Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas. Aunque seamos simples futbolistas aficionados, nada va a ser igual a partir de este domingo 3 de abril. Porque llegas al estadio de Valle de Abdalajís, te metes en el vestuario y nada más ponerte la camiseta blanquiazul, la que a partir de las seis de la tarde te va a identificar sobre el césped como jugador del filial del Alhaurín de la Torre CF, no te queda más remedio que empezar a darle vueltas y más vueltas al coco.

Por mucho que el míster nos haya intentado convencer de que la vida sigue, que hay que concentrarse en el partido y pasar página, hoy nos falta el número 4, el dorsal de nuestro compañero Samu Galán. Por fortuna él ya descansa en casa, tras recibir el alta hospitalaria hace unos cuantos días. Pero aquel dichoso Domingo de Ramos, en el Nuevo San Ignacio de El Palo, una maldita navaja estuvo a punto de abrirle el corazón. Ese jugador rival que después del encuentro habría decidido manchar para siempre sus manos de sangre no le arrebató a Samu el alma por milímetros. Pero a nosotros, con todo lo que vendría después, sí que nos logró quitar años de vida, con tantas y tantas horas de amarga incertidumbre que tuvimos que sufrir.

De dónde sacas ahora fuerzas para confesarle a tu entrenador que no estás para lo que él espera que estés. Cómo decirle que ya el fútbol no va a ser igual. Que estás aquí por Samu, por la entereza que ha demostrado. O que llevas semanas de pesadillas. Ni siquiera encuentra uno coraje para releerle las páginas de Bodas de Sangre que en el colegio aprendimos a recitar: «La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el bribón que las inventó». Así escribía de ellas García Lorca en su inmortal obra. Bodas que se mancharon de rojo como de púrpura se vistió el fútbol cuando vimos caer sobre el suelo a Samu.

De ese mismo texto lorquiano resuenan en mi cabeza palabras que también pudieran preguntarse sobre la propia fortaleza que ha mostrado en estas dos semanas nuestro compañero: «¿Y es justo y puede ser que una cosa pequeña como una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro?». Porque creedme que Samu es fuerte como él solo. Y es bastante probable que sus ganas de volver a ponerse esta equipación y a sentirse otra vez futbolista es la mejor gasolina en este duro trago que hoy nos toca beber: salir al campo como si nada.

La mejor noticia de este domingo, cuando hayamos vuelto a los vestuarios después de los 90 minutos que tenemos por delante, será la de que nadie tenga que hablar de nosotros. Da mucha pena tener que decir esto, siendo jugador de Tercera División Andaluza. Nadie habla nunca de un futbolista de una categoría que no dista tanto de las que reúnen a equipos veteranos o de aficionados. Pero el balompié nos tenía guardada, justo en el arranque de la Semana Santa, todas las portadas posibles. Programas de radio nacionales en directo, todas las televisiones del país e incluso algunas de fuera de España. Navajazos hay muchos. Cada fin de semana. Pero a nuestro Samu lo tumbaron por la espalda sin que se hubiese quitado todavía la camiseta sudada. Esto no es fútbol. No. Pero fue un asunto entre jugadores. Lo último que se espera de un deportista. Una pesadilla que me volverá a despertar durante años y años. Será difícil explicarle a los nietos lo que lloramos de rabia con nuestros propios ojos.

Hoy aquí, en Valle de Abdalajís, confiamos en no tener que jugarnos la vida. Y, conscientes de que recibiremos en el futuro el calor de los rivales en cada terreno de juego, el mismo que ya hemos recibido del resto de la plantilla de El Palo, confiamos en que nadie tenga que volver a hablar de nosotros.

No, no le he robado confidencias a ningún jugador de la escuadra filial del Lauro. Con este relato en primera persona he pretendido homenajear a esos miles de «héroes anónimos» que cada domingo saltan en cada provincia a un campo de fútbol. Y permítanme que esta vez sí les hable, o al menos mencione, a los 11 que ayer fueron titulares en ese tan especial regreso a la competición del Alhaurín de la Torre B: Cañamero, Samuel García, Fabio, Riki, Tejada, Jonathan José, Modesto, Farfán, Iznata, Sergio Cansino y Luque. Por cierto, ganaron por 0-1. Eso era lo de menos.