Qué importantes son los nombres para algunos, su elección es tan trascendente que incluso roba horas de sueño y trabajo a quienes por lo visto no tienen nada más importante que hacer. Así, por ejemplo, Carmena ha propuesto rebautizar el Valle de los Caídos como el Valle de la Paz, una ciudad como Marbella que todos sabemos está más ligada al rock que Woodstock va a llamar AC/DC, Rolling Stones y Bruce Springsteen a tres nuevos puntos del callejero, en Fuengirola no ha prosperado la propuesta de Ciudadanos de quitarle el nombre de Isabel Pantoja a una plaza, el pueblo de Cervera quiere quitarle el título de condesa a la pobre Leonorcita de Borbón, y un largo etcétera de empeños por dejar huella en el dudoso arte de hacer el ridículo. Todo esto estaría muy bien si no fuera porque ayer supimos que Marbella lidera la caída del desempleo en la provincia, pero no se preocupen, lo importante es devanarse los sesos para dar el campanazo con un nuevo nombre. Me imagino a los responsables de cada ciudad tomando chupitos mientras juegan a no hay huevos. No hay huevos de llamar a una calle Bruce Springsteen, y todos venga a reír, mucho jijí mucho jajá pensando en la pobre señora de setenta años que le da la dirección a El Corte Inglés para que le lleven el pedido: si, mire usted señorita, esto está en la calle Brus Snintin, Bus Spritin, Brusnirintin… y no lleguen tarde que mi marido para otras cosas no, pero la hora de la comida es sagrada.

En lo que a mí respecta lo de los nombres no es importante ni urgente, aunque eso sí, hay iniciativas que merecen toda nuestra dedicación, verbigracia la llevada a cabo por un foro de internet a través de la cual los españoles hemos boicoteado con grandeza el concurso para nominar a un nuevo buque británico. Se trataba de hacer una ciberencuesta para alcanzar el consenso en la elección del nombre del flamante barco inglés, así que de la nada surgieron propuestas como Blas de Lezo, Rocinante o Catalina de Aragón que, más allá de la chufla, fueron ganando votos hasta el punto de situarse en los puestos de cabeza. Curiosamente la pérfida Albión ha decapitado el intento pero no me negarán que la cosa tenía su aquél. Otra iniciativa que apoyo desde aquí es la que pretende que en Granada se bautice con el nombre La Calle del Viento a una vía en honor a los más vivos que nunca 091. Esa calle debe existir sí o sí por el eco de unas letras que recorren cada rincón nazarí y a una generación cuya sombra hoy se sigue preguntando qué fue del Siglo XX.

Los nombres, qué curiosos son los nombres. Ahora aparecen tropecientos nombres en una lista de los papeles de Panamá y media aristocracia mira de lado como si no se reconocieran en ella. Como España es tan suya ya se ha organizado la correspondiente caza de brujas en vez de esperar a que los investigados puedan acreditar el uso indebido o no de dichas mercantiles. Ese sí que tiene que ser un artista poniendo nombres, me refiero al responsable panameño que crea e inscribe las sociedades off-shore, pues no se crean que es fácil denominar a una sociedad sin que el nombre ya esté cogido: Qué es eso de la UDEF S.L, cogido; Hacienda somos todos S.L, cogido; Mujeres al borde de un ataque de nervios S.L, cogido; De Irán a Venezuela pa mi cazuela S.L, cogido. A ver, pues pruebe usted con Que nos quiten lo bailao S.L, también cogido. Y así hasta el infinito.

Los nombres nos dan identidad, situación, incluso carisma me atrevería a decir, por eso es normal llamarse María del Mar en Almería, Victoria en Málaga, Triana en Sevilla o Angustias en Granada. Quizá aproveche e inicie una campaña para conseguir que a las plazas donde se ubican organismos oficiales se les llamen plaza de los Sinvergüenzas, seguro que se ajusta a la realidad y gobierne quien gobierne se dará por aludido.

«Grito los nombres pero nadie responde / perdí el camino de vuelta al hogar / sé que estoy yendo pero no sé hacia dónde / busco el principio y sólo encuentro el final». Frío, Manolo Tena.