Cuantas veces nos hemos encontrado con la situación de que un equipo tiene que afrontar la recta final de una competición sin alguno de sus mejores jugadores. Las dichosas lesiones jamás entran en los planes de los entrenadores y cuando uno las tiene delante no sabe muy bien cómo reaccionar.

Nunca me ha gustado la mentalidad de algunos de escudarse en los problemas para dejar de asumir responsabilidades, porque si algo nos han enseñado a todos es que la fuerza de un equipo radica en el grupo más que en jugadores determinados. Sí es cierto que la aportación de los jugadores más destacados a veces resulta definitiva para que haya un resultado u otro. Una acción puntual, un acierto en un momento concreto… Pero el grupo es quien al fin y al cabo tiene que dar un paso al frente y demostrar que por encima de todo está el equipo. Como suele decirse, un jugador gana partidos pero jamás podrá ganar campeonatos.

Los hay que se lamentan cada segundo, se pasan el día buscando una explicación a lo sucedido cuando la única explicación es que las lesiones forman parte del deporte. Tengo claro que perder un solo segundo pensando en lo que podría haber sido si esa lesión no se hubiera producido es tiempo que dejas de ganar convenciendo a tu equipo de que se puede lograr cualquier meta estando juntos. Pensar en un solo jugador únicamente le da a entender al resto que sin la aportación del jugador lesionado es imposible seguir creciendo, cuando lo importante es creer que ese es el momento clave para crecer como hay que hacerlo.

El poder de la mente entra en juego. Mente débil o mente de acero. Confiar y trabajar o quedarse parado mirando como el resto de equipos se aprovechan de tu situación y echas a perder todo el trabajo de ocho meses en las últimas cuatro semanas. Ahí es donde hay que apretar los dientes, entrenar en silencio mientras otros se alegran de tu estado y empezar a preparar tu mente buscando la inercia positiva.

Alguien no hace mucho me dijo que lo positivo atrae lo positivo y que lo negativo no sirve absolutamente para nada. Siempre trato de aprender de los que me rodean, me gusta coger pinceladas de cada una de esas personas que tengo cerca y que desprenden energía positiva. Antes de jugarnos entrar o no entrar en un play off de ascenso a Liga Endesa, Francis Tomé le dijo a los jugadores del Clínicas que justamente antes del partido se imaginaran qué iban a hacer cuando ganáramos y consiguiéramos clasificarnos, en quién iban a pensar y a quién se iban a abrazar.

Él lo tenía claro, y sabía que a los primeros a miraría en ese momento de éxtasis y felicidad sería a sus jugadores saltando y celebrando el triunfo. Fue un momento en el que a todos nos recorrió algo por el cuerpo y desde ese momento empezamos a activar la adrenalina solamente pensando en hacer realidad ese momento que Francis nos había dicho que pensáramos. Sabía que funcionaría y que sus jugadores entenderían la importancia de ese momento. Un play off de ascenso a ACB no se juega todos los días. Nosotros lo hicimos y aunque caímos a la primera, fue un exitazo y todo se consiguió debido a la fortaleza mental del grupo a pesar de la marcha de muchos jugadores durante la temporada.

Fue una de las lecciones de positividad más bonitas que he vivido en el mundo de deporte y cuando veo que una situación adversa se acerca siempre pienso en esos momentos que vivimos. ¿En quién pensaremos cuando consigamos alcanzar los objetivos? ¿A quién nos abrazaremos? ¿Cómo lo celebraremos? Son cosas que solamente la mente puede entender.

Nuestra actitud es la que determina en gran medida lo que somos capaces de conseguir. Nosotros mismos somos los responsables de afrontar responsabilidades de una forma o de otra, teniendo claro si vamos a dejar que el «voy a intentarlo» prevalezca sobre el «voy a conseguirlo».

La mente, todo está en la mente, pero sobretodo, en el trabajo. Podemos imaginar todo lo que queramos, pero hasta en el diccionario ESFUERZO va antes que ÉXITO.