Me preguntó un gran amigo sobre mi quiniela política y la verdad es que las dudas me acometieron sin tener nada claro. Tan sólo hay unas evidencias. Primero, los tres partidos regeneradores se han reunido, salga lo que salga, pero es un paso. Segundo, Mariano Rajoy y el PP siguen atrincherados en la inanición, dejando pasar el tiempo. Tercero, el PP sabe que no tiene aliados posibles y menos si Rajoy sigue liderando el partido de la corrupción y cuarto, Podemos podría facilitar un Gobierno de los socialistas con la abstención; no le queda otro camino una vez que en los 20 puntos puestos sobre la mesa hay algunos inaceptables por los socialistas y otros por Ciudadanos. Podemos, que controla los tiempos informativos como nadie, tendría una justificación ante sus electores para quedar al margen, aunque con su abstención facilitar un gobierno formado por el PSOE y Pedro Sánchez de presidente. Pero tampoco parece porque Pablo Iglesias y su cohorte se han salido del juego, bloqueado cualquier operación de cambio. Y Mariano Rajoy bailando por sevillanas; al presidente del PP se le ha aparecido la virgen y tiene nombre de Iglesias.

Hay otras evidencias no menos importantes y que sopesan los partidos del cambio, pese a que Podemos se haya encerrado en banda y es esta: una repetición de las elecciones beneficiaría al PP al que no parece rozarle electoralmente la creciente corrupción que anida en su seno, con los vientos favorables como si en el partido de la derecha española sea ya un hecho irreversible vivir en corrupción. Mariano Rajoy tiene encuestas sobre la mesa que le indican que su partido podría acercarse al 30% de los votos, sobre todo si hay fuerte abstención y con el 18% por ciento que parece tener el partido naranja de Ciudadanos acercarse a la mayoría suficiente para gobernar. Como diría un cubanito, al carajo el cambio, la regeneración y las políticas sociales. Esto es lo que se juega la izquierda que si sigue incapaz de buscar unos puntos de apoyo lo pagarán en las urnas, primero Podemos, aquejado de una angustiosa situación interna, con furibundos ataques externos, léase Jorge Fernández, ministro de Interior, y sin saber exactamente dónde situarse en este encabronado puzzle político, presionada como está la cúpula por los círculos dominados y controlados por los antisistema y anticapitalistas. La izquierda está a un tris de hacer de nuevo presidente del Gobierno a Mariano Rajoy y de ello habrá de dar cuenta Podemos y Pablo Iglesias, aunque pretendan echarle las culpas a Ciudadanos y, con mayor caradura, a Pedro Sánchez y a los socialistas. Iglesias pasará a la reciente historia de España como el dogmático político que favoreció la permanencia en el poder de la derecha, enterrando el cambio. Y Rajoy soplando hasta con las orejas, viendo el cadáver de la izquierda pasando delante de su apoltronada butaca.

Para Rajoy lo mejor es dejar que se pudra la situación; es donde mejor sabe moverse, en la inanición, en no hacer nada, en no hacer los deberes y llamar Judas, o sea traidor, a Pedro Sánchez. Aquí radica la fuerza del PP. No propone nada, salvo el invento de la Gran Coalición, tocada de muerte antes de que saliera de calurientas molleras que anidan en Génova, la sede nacional de los populares; tampoco rinde cuentas al Congreso, ni a los ciudadanos, con un choteo propio de quien ha venido imponiendo, manu militari, sus decretos leyes y, que como aperitivo deja de herencia al gobierno por venir tener que hacer frente a unos veinte mil millones de euros. No me digan que no es de nota, señor Montoro, señor Rajoy. Al presidente por venir, mejor le iría si coge antes la de Villadiego o exiliarse en África.

Por eso, a veces extraña el decidido paso dado por Pedro Sánchez para que los socialistas puedan formar gobierno. Ya no es la herencia, que sí también de Rajoy, de Montoro, de Guindos, de Jorge Fernández, que ya es decir, sino de hacerlo en minoría, con Podemos echándole el aliento, un día sí y otro también. Pero es de agradecer que Sánchez dijera alto y a las bravas que se daban las circunstancias para un gobierno del cambio y progresista. Y si no se consigue, por él no será. Aun así y a tenor de las encuestas conocidas, los socialistas serán penados en las urnas. Que me lo expliquen. Y con el PP repicando a rebato para acallar los gritos de la corrupción, con Podemos abierto en canal, sin saber qué rumbo tomar y Ciudadanos como la novia deseada.