Lo de ser de la realeza parece un chollo, pero no sé yo si al final sale a cuenta. Es verdad que no te tienes que preocupar por la hipoteca ni por que tus hijos no encuentren trabajo, pero eso de engordar tres kilos y que te lo restrieguen en todas las revistas, o de tener un mal día y que haya diez móviles retratándote con el ceño fruncido, tampoco debe dar mucho gusto. Cuando los mortales nos peleamos con la suegra o combinamos mal la blusa se enteran cuatro, y si hay alguien difundiendo chismorreos sobre ti, la cosa no pasa de la oficina. Pero ¡Ay si eres de la realeza...! A ver si no lo que le está pasando a la reina. Y no hablo del «compi yogui», que ahí se merece los palos por llamar «merde» a una revista, por compadrear con un empresario imputado y, sobre todo, por hcerlo por mensajes de móvil como si se hubiera caído de un guindo. No. El problema es que todo lo que hace o deja de hacer le pasa factura. Hay publicaciones por internet que diseccionan su comportamiento en cada evento, que le recriminan desde torcer la boca en un momento dado a mirar al infinito, y que la acusan de no saber comportarse simplemente por sonreír poco o por sonreír demasiado. Unos la ponen a caldo por pertenecer a una institución caduca como la Casa Real y otros por ser una advenediza sin sangre azul. Si es demasiado cordial, se sobrepasa, y si es más distante, es que es una estirada. Si hay que hacer caso a lo que se escribe por ahí, se lleva fatal con su suegro, el rey Juan Carlos, que incluso la hace callar por marisabidilla; no mantiene relaciones con los primos de su marido los Zurita y los Gómez Acebo; tampoco hace migas con los parientes de Grecia; es anoréxica; con el rey Felipe se lleva fatal; una vez intentó suicidarse; es una antipática que va por ahí prohibiendo a la gente a gritos que le haga fotos en los restaurantes; no asume que es Reina a todas horas y hace llorar a su suegra Sofía porque no le deja ver a las niñas más que cuando hay que fotografiarse, como en la reciente misa de Pascua en Palma de Mallorca, mientras que su madre está todo el día metida en palacio. Si va corta, si va larga, si se coge trenzas, si va poco maquillada o mucho, si tiene mejor trasero que otras primeras damas, si corrige a sus hijas en público, si no saluda a tiempo a un mandatario, si no aplaude con suficiente entusiasmo en un acto público... Cansa solo de pensarlo. Entre tanto, el rey Felipe es un dechado de virtudes. Nunca hace nada incorrecto, nunca pierde su porte y elegancia, es educado, simpático, siempre sabe estar... No sé. O este rey que nunca se equivoca sí metió la pata al elegir esposa, o en este país aún hay mucho de machismo o mucho de clasismo.