Hace ya centenas de vistazos que le echamos a Málaga desde esta columna y seguimos a vuelta con lo mismo. Esta semana he recibido la misma pregunta por varios sitios: ¿Crees que Málaga puede absorber ahora otro hotel de cinco estrellas? ¿y un casino? ¿y una torre en el dique de levante?¿y otro centro comercial en el puerto? Y estos días he contestado, en esencia, lo mismo que contesté en el primer vistazo: Málaga debe buscar una marca. ¿Queremos ser ciudad tecnológica? ¿o una cultural? ¿o una turística? ¿qué marca queremos tener? Una vez respondida la pregunta y puesto el rumbo es posible que no tengamos ahora ciudad para dos o tres hoteles de cinco estrellas pero tenemos que pensar en la Málaga del futuro.

Si queremos que Málaga se parezca a Marbella y construir una Malabella pues habrá que hacerlo a diez años vista, es imposible hacerlo en una sola legislatura, que tristemente son los plazos que se manejan a veces. Suponiendo que todos los proyectos que se anuncian se realicen, está claro que detrás de ellos habrá cientos de técnicos que hagan sus estudios económicos. Como ciudad creo que debemos permitir lo máximo siempre que no hipoteque nuestro futuro. No podemos volver a caer en errores como el Astoria o el Museo de las Gemas en el que el dinero privado nos cegó y acabó costando a los malagueños las inversiones, pero no podemos poner puertas al campo o a la ciudad, mejor dicho.

Proyectos como un centro comercial en el puerto probablemente deberían haberse hecho antes que el muelle uno. Pero una torre de 150 metros quizá no pueda hacerse con los accesos al dique de levante que hay ahora. El casino necesita permisos de la Junta. Y, en cualquier caso, la infraestructura hotelera necesita de un atractivo en la ciudad para que sea necesaria. No es oro todo lo que reluce y no va a salir ningún genio de la lámpara. Pero no podemos cerrarnos a que Málaga encuentre, por fin, el sitio que merece en el ya avanzado siglo XXI.