Solo un punto, por Julián Gómez Vidal

Haciéndose el dialogante con la izquierda, Sánchez ha dicho que seguirá intentando hasta el último minuto llegar a un acuerdo con Podemos y que sólo dos puntos le separan de él. En realidad, como acaba de revelar nada menos que Pérez Tapia, asqueado quizá de tanta hipocresía, sólo le separa un punto: que su Comité Federal había bloqueado todo acuerdo con Podemos. Es decir, que todos los españoles hemos sido engañados y hemos perdido unos meses de falsas conversaciones por la torcida ambición política de Sánchez, auxiliado por los groseros errores de Iglesias. ¿Y si ese políticamente hijo de Díaz fuera sustituido por su madre, Susana Díaz? Entonces, como profetizó A. Guerra, no reconocería a España ni la madre que la parió, al hundirse como lo está ya Andalucía por el nefasto cacicato «socialista la tierra que un día fuera cuna de tan grandes civilizaciones»

Fiscalidades, por Luis Vinuesa Serrate

Son ya, y van a ser tantos los actores que desde hace tiempo eluden pagar impuestos a la Hacienda española, que, tanto si ya regularizaron su situación, como los que aún invierten sus capitales en paraísos fiscales, el fisco español y los numerosos estados que también «padecen» sus fugas de capitales, tendrán que «pactar con el diablo», porque de no hacerlo, el sistema capitalista del gran capital se cerrará en banda obstaculizando el funcionamiento de los gobiernos, con el consiguiente «crac» de las administraciones y los bancos que las financian. Este es un reto al que de alguna forma se tendrá que hacer frente, y el pulso no va a ser nada cómodo, a no ser que además de los políticos, intervengan también los ciudadanos. La riqueza existente proviene del trabajo de la sociedad y sus inversores, y habrá que llegarse a un acuerdo «internacional», para que dichos paraísos fiscales dejen de serlo y opten por negociar el comportamiento «fiscal» que los equipare «por ley» a los demás países que viven de los impuestos «razonables» que el pueblo debe acatar, pero sin abusos. ,Por ello, y ante esta realidad, demasiadas severidades no son convenientes, porque comportan la inseguridad social que nadie desea.

Lección de deportividad, por Javier Prieto Pérez

Durante la carrera de MotoGP disputada el pasado domingo en el circuito tejano de Austin se produjo la acción más espectacular de todo el fin de semana. Esta no fue una frenada extrema ni un adelantamiento imposible, sino que la protagonizó un piloto descabalgado de su moto. Los hechos sucedieron al final de recta, cuando Dani Pedrosa trató de llevar su pilotaje al límite. Pero su acción, provocó que él terminara rodando por el asfalto y que su moto colisionara con la de Andrea Dovizioso, quien también besó el suelo. La reacción inmediata de Pedrosa fue acercarse al rival que acababa de derribar. Tras comprobar que Andrea no había resultado lesionado, le pidió perdón por el accidente y trató de consolarle. Dicho gesto de humanidad y compañerismo describe la gran estatura moral del pequeño deportista catalán. Posteriormente, tras llegar Dani a su box, se dirigió al garaje de Ducati. En él se encontraba Andrea, todavía con las marcas del accidente visibles en su mono y el personal técnico de la marca italiana. Pedrosa se disculpó nuevamente con su rival y también lo hizo con el resto de los componentes del equipo. El campeón español impartió una lección magistral de respeto, humildad y deportividad a todos los presentes en Austin. El público reconociendo su valor, le tributó una atronadora ovación. Sería muy necesario que este comportamiento disipara la crispación que últimamente se vive en cada circuito del Mundial. Hace tiempo que la rivalidad ha mutado en animadversión dentro y fuera de la pista. Y algunos tifossi, transformados en hooligans, abuchean e insultan, especialmente a Jorge Lorenzo y Marc Márquez. Ante esta hostilidad, toma especial relevancia el detalle de caballerosidad y respeto de Pedrosa, el cual sintetiza todos los valores y virtudes del motociclismo. Él ha mostrado el camino que debe reemprender este bello deporte en el que la lucha es su motor, pero no el odio. Gracias, Dani.