Hay quien dice que el PP necesita una refundación. Con la implicación del alcalde de Granada en un caso de corrupción y la dimisión del ministro de Industria, José Manuel Soria, por su implicación en los papeles de Panamá, está claro que algo ha fallado en esa formación en cuanto al control interno y la elección de candidatos, como también hubo fallos de ese tipo en el PSOE a tenor de lo que se va sabiendo de los ERE y pese a que este caso parece desinflarse poco a poco entre prescripciones y ausencias. Pero tras la investigación abierta contra Manos Limpias y Ausbanc por extorsión el círculo de mierda se extiende por todo el solar patrio y hay quien piensa, yo entre ellos, que es el país el que necesita una refundación. Ya hemos visto que la Nueva Política, al final, es un remedo de la antigua. Se les votó para que barrieran el patio y, como los dinosaurios a los que criticaban, han sido incapaces de facilitar la gobernabilidad. Los que pedían un cambio necesario en favor de la gente son incapaces de pactar y los que lo han intentado al final han descafeinado su programa reformista por favorecer la formación de Ejecutivo. Todo el mundo mirando para otro lado y el cadáver del país abierto en canal de la mesa de autopsias, porque un signo claro de descomposición es que se haya conocido que los líderes del establishment prefieren declarar sus ingresos en Panamá. Es indefendible, se mire por donde se mire. Si no es ilegal, es inmoral, sobre todo cuando este país de curritos ve cada semana cómo los empleos precarios se suceden en una sangría inacabable y los autónomos y empresas, fuentes de riqueza, son acribillados por la policía fiscal de Cristóbal Montoro. Una multita al expresidente Aznar no arregla la percepción que tienen los ciudadanos de esa maquinaria lamentable en la que se ha convertido el Estado. Ya no es cuestión de jerarquías ni de revoluciones, sino de una reforma pactada que emule a aquellos Pactos de la Moncloa. De concordia y de diálogo, de mirar por la nación más que por el patio trasero de casa, pero tal vez, y a falta de que se forme gobierno en el último minuto, quizás necesitemos ir a votar otra vez para demostrar a la casta extractiva que los españoles tienen más sentido común que ellos, incluyendo a los nuevos en el Star System. El país requiere de un nuevo contrato social, de una revisión de las bases sobre las que se construyó la democracia en los setenta, no de una demolición de esas estructuras, sino de su renovación con miras a un futuro común. Si quieren que hablemos de un ejemplo local ahí están Limasa y sus enchufados y vean a algunos líderes locales haciendo aspavientos a ver si pasa la tormenta. Parece que viene una investigación judicial. A ver qué ocurre.