Málaga va a vivir uno de esos raros momentos en que un gran proyecto se someterá a votación de los vecinos. La democracia en estado puro. La decisión última en manos de los habitantes que se verán directamente afectados por el Plan de Repsol. En la toma de esta decisión, de este paso adelante, hay una confluencia de elementos que convierten este hecho es notable.

Por un lado está la oposición unida en bloque para pedir una redefinición del proyecto. Algo que llevan muchos colectivos reclamando desde que se planteó por primera vez construir varias torres en los terrenos de la antigua Repsol. Los grupos han recogido el guante y están aprovechando que juntos tienen la mayoría para forzar el debate. Quizás con un punto de demagogia en algunas propuestas, poco fijadas en la realidad urbanística, pero con un debate necesario y sano, que se debió plantear hace años.

Por otro lado, el PP se ha volcado a favor de esta idea. En principio empujado por su minoría en el pleno, pero después por un entusiasmo llamativo, convencidos de que ganarán la consulta a fuerza de argumentos, promesas de inversión y de creación de empleo.

El caso es que este tema me recuerda un poco al debate del tranvía al Hospital Civil. Llama la atención escuchar los argumentos municipales invitando a atender las explicaciones técnicas, defendiendo los estudios realizados por quien sabe de urbanismo, y advirtiendo de las graves pérdidas económicas que supondría no acometer este proyecto, tal y como está concebido. Es más, acepta debatir con los vecinos la definición de algunos aspectos, pero no el sentido de todo el plan. Incluso recuerda los grandes beneficios para la movilidad, para atraer público nuevo a las zonas comerciales ya estables del entorno y para regenerar una zona castigada de la ciudad, modernizándola.

Uno cierra los ojos y se puede imaginar a los responsables de la Consejería de Fomento intentando convencer a los vecinos de Bailén-Miraflores de las bondades del tranvía al Hospital Civil. Qué cosas. Ayuntamiento y Junta de Andalucía utilizando los mismos argumentos para dos proyectos diferentes. Es curioso como lo que sirve para apuntalar el Plan Repsol en la Carretera de Cádiz y en la Cruz del Humilladero, no sirve al Ayuntamiento para el metro en superficie en Bailén-Miraflores. Será eso de que Málaga es un crisol de culturas y cosmopolita, que en cada barrio funciona unos argumentos diferentes de otros.