Han aparecido lodos en el lecho del río Guadalmedina. Los lodos es que son muy de aparecer. Estás tomando un cortadito en tu bar de siempre y aparece un lodo. Enciendes la televisión para ver una serie y te sale un lodo con su inicio, nudo y desenlace y hasta con anuncios y títulos de créditos. A veces en el transcurso del camino que hago de mi casa al trabajo saludo a algún lodo. Si no tiene prisa me dice ufano, hola voy al Guadalmedina que tengo allí un contratito de media jornada. Había un lodo en mi calle que se hizo mayor e incluso fue a la Universidad. Ahora trabaja de lodo grande e irradicable en una playa sin saneamiento, donde los lodos tienen trabajo fijo, descansan dos días a la semana y no curran los meses de invierno. Eso sí, luego tienen mucha tarea asustando a los bañistas e incluso a los boquerones. Emasa, la empresa de aguas, va a iniciar una investigación. Digo yo que mejor sería que en vez de la empresa de aguas investigase el caso la empresa de lodos. No obstante, las pesquisas parecen ir fructificando. Ya son tres los sospechosos. Ninguno es el mayordomo. En primer lugar, podrían ser residuos orgánicos arrastrados desde las canalizaciones de desagüe de la red de saneamiento durante las lluvias. Segunda posibilidad: restos procedentes de la zona alta del río acumulados durante los alivios de la presa de El Limonero. Tercera sospecha: pueden ser aportaciones de algas que se adentran en el cauce empujadas por las mareas.

El caso es que ya se han retirado cuatro cubas de fango y el mal olor persiste. Hay que redoblar los trabajos, el lodo es muy remolón y nuestras narices muy sagaces. El Ayuntamiento ha informado que la retirada de los lodos se realiza con medios manuales y también con retroexcavadoras. No sabemos lo que son retroexcavadoras, pero desde luego queda mejor en una nota de prensa que decir excavadoras a secas, que es como de ciudad pobretona y sin lodo. Dónde va a parar. Lo de los medios manuales sí nos imaginamos más lo que es, pero sobre todo, el que bien lo sabe es al que le toca mancharse las manos. El hombre es un lodo para el hombre. El lodo para el que se lo trabaja. Lodo somos. Y a ti te encontré en el Guadalmedina.