Se cansa una de oír, y normalmente no con benevolencia, que las feministas dicen esto o piden aquello como si se hablara de una secta mesiánica o de los hinchas del Dépor. Muchos y muchas de quienes están leyendo esto asegurarán que no son feministas y más de uno dirá aquello de que ni feminista ni machista, como si fuera lo mismo pero con pene. A ver: feminismo según la RAE es «Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres». ¿Alguien con un mínimo de cerebro y de sentido de la justicia se opone a esto? El problema es que tenemos las cabezas hechas un lío y confundimos a las feministas con hordas de hembras devoradoras de hombres. Para acabar con tanto estereotipo, el Ayuntamiento de Madrid ha organizado una exposición itinerante que invita a reflexionar sobre el feminismo abordando muchos de los tópicos que lo rodean. En uno de los apartados de la muestra se aborda el tema del físico que sigue siendo uno de los caballos de batalla de las mujeres. Por lo visto, lo de la rubia con minifalda tontita no acabamos de quitárnoslo de encima, y ya toca. En uno de los epígrafes de la campaña de Madrid se plantean si una mujer que lleve tacones y se maquille pueda ser feminista dada la idea que aún perdura en algunos sectores de que el feminismo y la cera depilatoria son incompatibles. Pues no. Yo lo que quiero es ganar lo mismo que un hombre por el mismo trabajo, no vestirme como él. Ponerte tacones de aguja o chanclas, tintarte el pelo de rojo o dejarte las canas, llevar traje de chaqueta, un vestido de lunares o un top sexi con la espalda al aire si te apetece no tiene nada que ver con defender una sociedad igualitaria. Como persona no acepto que se nos imponga un modelo de delgadez y perfección absoluta para tener éxito pero tampoco que se nos acuse de frivolidad por pintarnos las uñas.

Con la exposición llamada «Feminismos, ¿te atreves a descubrirlos?» se intentan desmontar otros prejuicios o estereotipos como que el feminismo es algo ya superado o que es sólo cosa de mujeres y se lanzan preguntas del tipo: ¿Las feministas odian a los hombres? Parece mentira que a estas alturas haga falta aclarar estas cosas, pero es lo que hay.