Este año no habrá foto veraniega de Aznar y Rajoy porque el presidente está excluido del programa de los cursos de la FAES. El jefe del ejecutivo no tiene nada que decir en el foro de consumación ideológica de la derecha y quizá menos el 27 de junio, fecha de comienzo del campus estival, al día siguiente de las elecciones, si no consigue que las urnas pongan al ciudadano Rivera en posición de convertirse en su rehén político para la nueva legislatura.

La convocatoria, a la sombra de la Universidad Complutense, quiere prestigiarse con un más intenso tono académico, excusa para dejar fuera a los políticos en activo, en concreto a aquellos de los que Aznar nada espera. El curso está dedicado al Presente y futuro del debate ideológico, algo que no habrá porque los discrepantes con el aznarismo en su propio partido se quedaron sin invitación y porque el programa excluye todo aquello que pueda cuestionar el catecismo neoliberal. Con su acreditada resistencia a reconocer lo evidente, Aznar se impone como apóstol del discurso único, del TINA thachteriano, el no hay alternativa a lo que marcan los mercados, los salarios deben tender al nivel más bajo aunque trabajar no garantice una vida digna, la pobreza es la debilidad de quien no sabe abrirse camino y la desregulación un terreno de oportunidades.

La divergencia creciente con su heredero y con quienes hoy integran el núcleo de poder del PP ha transformado a FAES en el fortín del aznarismo, la fuente de la que mana ese discurso de ideología incontaminada y cruda. Desde esa posición castiga a una derecha vergonzante, que rehuye su responsabilidad al atemperar unas políticas que en estos años de crisis han puesto al borde de la exclusión y la pobreza a casi un tercio de los españoles. Los datos no son de Pablo Iglesias sino del INE y está garantizado que nadie hablará de ellos en el foro escurialense de FAES.