Me corrige un lector por haber dicho aquí, hace días, que el bipartidismo había mudado en España a tetrapartidismo. «Pentapartidismo, mejor», dice, y tiene razón, pues en realidad son cinco, si contamos, como se debe, el grupo de los partidos nacionalistas. Omisión sin disculpa posible, pues de hecho ese grupo, en el que sociológicamente predomina el centro, con frecuencia ha inclinado el poder hacia un lado u otro. A más, de la integración del nacionalismo dependerá en buena medida la relajación de su radicalidad. A más y más, de esa relajación dependerá la estabilidad del conjunto. Así que, en resumen, y corrigiendo, hemos pasado del antes llamado bipartidismo imperfecto turnante al pentapartidismo multivariable, en el que la piedra angular, que complete apoyos para formar gobierno -y, al formar parte del arco, aguante por la arquitectura- es el quinto que faltaba. ¡Ufff!