El presidente del Partido Popular en Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, emplazó ayer a Susana Díaz a «pedir perdón» por el caso de los ERE. Este es el plan. Y así como mínimo hasta el 26 de junio, si bien la política andaluza tiene tendencia al chusquerismo con independencia de que haya o no elecciones. Abre uno el periódico y encuentra una pasada de frenada tras otra; una competición a ver quién la dice más gorda. El tamaño sí importa. No sé cómo no encuentro unas páginas más allá a alguien del PSOE emplazando a Moreno Bonilla a pedir perdón por su amistad con Bárcenas, con el que trabajó en la sede central del PP mientras el tesorero de los populares repartía los sobres con dinero negro y blanco a multitud de dirigentes. Chaves y Griñán se marchan de la política. Se dan de baja del PSOE. Pero el PP exige que a Susana Díaz la descuarticen en la plaza pública embadurnada en la blanquiverde mientras los bedeles reparten palomitas y chucherías. Aquí no pide perdón ni Dios. Que se cargó a Jesucristo. En política pareciera que hay dos cosas prohibidas: reconocer una culpa y decir «no lo sé». Claro que peor es decir «lo sabía». Sobre todo en el caso de los ERE, que se puede llevar una temporada a la sombra a Griñán, que no obstante, siendo hombre de afición lectora y vicio cinéfilo, podría tener un mejor pasar entre rejas.

Felipe González no cree que la sandez llegue al río. O sea, no cree que los condenen porque son honrados. En cualquier caso, lo que está en cuestión es si además de tener los bolsillos cerrados para que no les entrara ni un maravedí tenían también los ojos abiertos para mirar para otro lado mientras sus subalternos otorgaban jubilaciones por la cara. La cara siempre ha sido una forma de jubilarse. Hay quien nace sin embargo con cara de jubilado y trabaja toda la vida. Hay quien jubila su cara a los treinta y ya se le pone cara de viejo. Otros tienen una cara impresionante. No faltan los que hablan por la cara. Cara a cara ve uno a Bonilla y Díaz en este teatrillo de provincias que entretiene la función mientras empieza la gran comedia de la campaña del 26 de junio. Perdón, dice Bonilla. Perdone que no me levante, que puso Groucho Marx en su epitafio.