¿Y los refugiados qué?, por Pablo Osés Azcona

Jubilado en Fuengirola. Máxima felicidad. Clima, playa y salud. Y dinero suficiente sin exceso. Capacidad tranquila de disfrutar con lo gratuito bello. Flores para ser miradas y remiradas. Salidas del sol. ¿Cómo encajar a los refugiados desde tanta felicidad? Tanto dolor y muerte demasiado abundante a la puerta cerrada de casa. Vencer el intento de ignorarlos. Tentación de egoísmo. Convencimiento: Sólo seré humano si los miro, si pienso en ellos, si empatizo, si los acojo. Mi esfuerzo de viejo, ir mandándoles lo que escarbe, cuanto más mejor. Y urgir mucho para que se les atiende. Votar sin más a quien más me asegure que va a luchar por ellos. Mi mujer asegura que les donara todo si le toca la quiniela, aunque se quede sin proyectos soñados. La realidad es asombrosa pero sólo la podemos disfrutar si nos enfrentamos sin restricción a tanto dolor, que además de remediable, es obligatorio remediar.