Se acabó el simulacro. A partir de la medianoche entramos en campaña electoral. El 26J está ya a la vuelta de la esquina. Hoy mismo tenemos un debate en femenino en Antena3, la semana que viene, el mismo día que España debuta en la Eurocopa, tenemos el debate a cuatro€ Vaya, que si no llevábamos de campaña electoral desde septiembre de 2015, ahora nos llega otro sprint.

Esperemos, al menos, que este sea el definitivo. Porque entre vídeos de gatos, cuñados en los bares y camisas con exceso de sudoración estamos teniendo guasa para rato.

Las campañas electorales tienen una serie de actores imprescindibles. Aunque no lo crean, el más necesario de todos es el periodista, incluso por encima del político. Sin el que las cuenta, no habría noticias. El periodista es el encargado de hacer de lo anecdótico noticia, el que convierte en interesante lo que muchas veces es prescindible. Hay honrosísimas excepciones, pero en muchas ocasiones el enviado a cubrir las informaciones de los distintos partidos acaba convirtiéndose en un portavoz del propio partido, haciéndole el trabajo de altavoz a los departamentos de comunicación.

Otros casos son los de los periodistas top, estilo Évole. Ellos son capaces de marcar la agenda cuando los políticos están levantando el vuelo, pero una vez que los personajes se han convertido en dioses que sobrevuelan el bien y el mal, los top se quedan en meros espectadores de las luchas a garrotazos.

Es lo que hay, el bestiario electoral tiene estampas goyescas, realidades oscuras que los periodistas tratan de colorear. Unas veces con más acierto que otras.