No puedes salir limpio. Aunque llegues inmaculado a una centrifugadora de inmundicia terminas manchado. Tampoco hay nadie inmaculado. Quizá en la infancia, pero crecemos y la vida era esto.

Pablo y Albert se trataron como Iglesias y Rivera en «el partido de vuelta». Ambos representaban ya a sus intereses partidistas no a «la gente». El fin de llegar al poder, con la legitimidad inicial de que sólo se puede mejorar la sociedad si se puede, justifica los medios para conseguirlo. Y justifica a los medios para rellenar tramos horarios de política espectáculo en un juego televisado al que todos jugamos en mayor o menor medida.

El mensaje es esclavo del marketing. La forma es el contenido. La verdad sólo debe tener apariencia de verosimilitud, lo verdadero de más es irrelevante. Sólo Évole demostró en un momento de la emisión estar por encima de las inclemencias del medio. Su incomodidad ante lo que estaba pasando en su programa, para mayor gloria de los índices de audiencia, fue verdad. Su advertencia a los dos políticos que allí se habían sentado con la campaña electoral inyectada en vena, a quienes ya no eran aquellos dos ciudadanos que se metieron en política para arreglar en lo posible y desde sus diferencias argumentales el desaguisado de la política, fue tan incómoda como verdadera.

Iglesias y Rivera cayeron en los peores vicios de la política actual, incluso en el «y tú más» cuando se eludía contestar lo que molestaba contestar. Pero me cuesta echarles la culpa. No es fácil vivir en el vientre del Leviatán.

Digo Leviatán en voz alta, sin darme cuenta. Mi niño se dormía sobre mi barriga, tendido en el sofá, mientras yo miraba entristecido cómo evolucionaba el cara a cara entre los líderes de los partidos llamados a renovar la política en La Sexta. Cualquier excusa es buena para estar despierto unos minutos más: ¿Qué es un «levitán», papi?...

-Un leviatán es un monstruo al que se enfrentó un hombre que se llamaba Hobbes hace cuatrocientos años. Un monstruo poderoso y muy listo que se hizo gigante alimentado sobre todo por los hombres para que les protegiera, pero que acabó queriendo devorarlos€ Que cómo era€ Como un calamar gigante. Pegajoso y lleno de patas que si te atrapan te acercan a su boca€ Sí, como el kraken que sale del fondo del mar e intenta capturar a Jack Sparrow en Piratas del Caribe€

Hay que ser muy pragmático para encajar el resultado de la degradación progresiva que nos ha llevado a esto. Pero ser muy pragmático te lleva a ser un cínico. Por otro lado, la extrema lucidez te puede llevar a tirar la toalla en el ring cotidiano, al ostracismo o a algo peor (una opción del todo inválida si te toca tener a tu hijo el fin de semana en casa). Tampoco mirar para otro lado sirve de mucho, tan sólo retrasa lo inevitable y ayuda a quienes interesadamente propician lo inevitable.

Duérmete, hijo€