El PSOE andaluz se juega el 26J algo más que enviar una avanzadilla el lunes 27 de junio para tomar la sede socialista madrileña de Ferraz. Si hasta que se publicó la encuesta del CIS, la dirección regional del PSOE ya había reservado asientos en el primer AVE de la mañana del lunes, ahora a la plana mayor del PSOE andaluz no le llega el agua al cuello por los diversos frentes que debe afrontar en esta última semana de campaña. Siete días, con sus siete noches de insomnio, para achicar agua del portaaviones invencible que era (es) el PSOE en Andalucía y que empieza a tener más fugas de agua de las previstas.

Andalucía por cuestiones aritméticas y políticas se ha convertido en la comunidad decisiva de estas elecciones. Si ya en los pasados comicios fallidos del 20 de diciembre todas las miradas se giraron hacia el sur como la comunidad en la que el PSOE podía frenar el «asalto al cielo» de Pablo Iglesias, ahora casi todas las claves del futuro de España, del liderazgo del PSOE, de Pedro Sánchez, de Susana Díaz e incluso de Mariano Rajoy pasan por los resultados que arrojen las urnas andaluzas en esta reválida electoral. Andalucía es la comunidad autónoma que más escaños aporta al Congreso de los Diputados (61 de 365) y por ello se libra una batalla sin concesiones entre PSOE, Unidos Podemos y PP. Partiendo de la base de que estas tres formaciones tienen como objetivo primario aportar el mayor número de escaños al Congreso para ayudar en los resultados nacionales de sus partidos, lo cierto es que también hay pequeñas grandes batallas en liza.

Susana Díaz libra una primera por mantener al PSOE como la primera fuerza política en Andalucía. Ya el pasado 20 de diciembre observó como un PP en caída libre se quedó a tan sólo un diputado (22-PSOE; 21-PP) con un líder popular, Juanma Moreno, casi recién aterrizado y al que le falló a última hora un escaño en Almería que le hubiera dado un empate en diputados con los socialistas. La encuesta del CIS proyectó que ambos partidos empatarían a 20 diputados, lo que supondría un fiasco para el socialismo andaluz, que tradicionalmente ha ganado todos los comicios salvo contadas ocasiones como en el desastre de 2011 fruto de la envenenada herencia de recortes de Rodríguez Zapatero o la amarga victoria de Javier Arenas en las autonómicas de 2012.

Una segunda contienda la mantiene con Unidos Podemos, cuyas aspiraciones frenó el 20 de diciembre al doblar a la formación de Pablo Iglesias en porcentaje de votos, pero que ahora amenaza con acercarse debido a la alianza táctica entre Izquierda Unida y Podemos. Una unión en la que Izquierda Unida aporta a Podemos toda su estructura territorial, el voto rural y de las personas mayores, debilidades que provocaron que Podemos dilapidara en Andalucía los buenos resultados que obtuvo en Madrid, Cataluña o Valencia. Mientras que en otras comunidades como en la valenciana el idilio entre Podemos y el PSOE es firme, Susana Díaz ha sido de las pocas dirigentes socialistas que han marcado bien las distancias con esta formación y desde el primer día entendió que su enemigo no era el PP, sino Podemos.

En función de cómo se salden estos dos frentes, Susana Díaz tendría la fuerza moral de acudir al rescate del PSOE si se confirma el famoso sorpasso de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez, que debería dar un paso atrás por situar al centenario PSOE ante los peores resultados de su historia y haciendo buenos incluso los 125 que logró Joaquín Almunia en las generales del 2000. En caso de producirse esta suma de hipótesis, Susana Díaz y demás barones que aguanten el tsunami de Unidos Podemos tendrán ante sí una de las decisiones políticas más trascendentales en la historia del PSOE: permitir que gobierne Pablo Iglesias o que gobierne el PP con o sin Mariano Rajoy. Les queda la baza, probable también, de que en ese 30% de indecisos que daba el CIS haya un elevado porcentaje de voto oculto que al final deposite su confianza en los socialistas.

Mientras Susana Díaz tiene un escenario complicado, Juanma Moreno, presidente del PP andaluz, acaricia la posibilidad de empatar o ganar las elecciones en Andalucía, lo que sería algo más que un balón de oxígeno para los populares andaluces, que en las municipales de mayo de 2015 perdieron el gobierno de grandes capitales, diputaciones y de importantes municipios andaluces. De hecho Andalucía fue calificada de estratégica por el PP, donde sus primeros espadas han realizado campaña (Rajoy vuelve el lunes a Málaga) para movilizar a su electorado.

Todas estas cábalas demoscópicas se deben a que en Andalucía hay un puñado de escaños que bailan por unos cientos de votos y hoy un escaño más o menos puede decidir un gobierno. Al PSOE le baila el tercero de Jaén, donde Podemos se quedó a poco más de mil votos para quedárselo el 20D. Además, podrían perder uno en Sevilla y otro en Almería, pero en Málaga hay uno en juego que podría apuntarse en la casilla socialista. Podemos pugna por estrenarse en Jaén, el segundo de Granada y el tercero de Sevilla, mientras que el PP sale con la premisa de defender sus 21 escaños pues en el reparto de los restos es la formación que peor sale parada.

Quedan siete días y siete noches de insomnio y en Andalucía se dilucidará algo más que el nombre del futuro presidente del Gobierno.