La cuestión es que si todos cumplen con lo que están diciendo, volverá a haber elecciones. Rivera no quiere a Rajoy, al que tampoco quiere Sánchez ni mucho menos Iglesias. A Sánchez no lo van a dejar pactar con Iglesias e Iglesias y Rivera no se soportan políticamente ni quieren acuerdos entre ellos. España podría estar a punto de entrar en bucle. Y nosotros, con estos pelos. Nadie en su sano juicio puede imaginar una nueva campaña, un nuevo show con lo de los debates, más coloquios, mítines, actos, pactos y niños en coquetinas plazoletas de ciudades de provincias besuqueados en sus gordezuelos carrillos por políticos de manos sudorosillas. Uf. Pero uf mayúscula y asonante de alguien asombrado y pesimista con el panorama. Todo puede empeorar, no obstante.

Jordi Sevilla ha escrito esta semana un tuit. Tal tuit ha tenido una importante incidencia, siendo como son los tuits fugaces, efímeros, como suspiros que cortan o acarician pero se van leves y raudos. Dice Sevilla que hay que dejar gobernar al que más adhesiones parlamentarias suscite. El que tenga más escaños propios o afines. Esto hace un tiempo sería una obviedad. Ahora es un arcano: podría ser que Sevilla estuviera diciendo que hay que dejar gobernar a Rajoy absteniéndose. O que crea que va a ganar Podemos y que debería conllevar el beneplácito de los socialistas. Como tercera posibilidad está que quiera una gran coalición con el PP. Parece que es lo primero lo que desea. Él y lo que algunos comentaristas denominan como vieja guardia del PSOE, que tengo para mí que ni es tan vieja ni está tan en guardia. Falta ver su poder cuantitativo. O sea, cuanto son los que dentro del socialismo piensan así. Se nos va el artículo hacia la situación en la que puede derivar el PSOE, siendo sin embargo pertinente analizar qué le va a pasar a España, donde nos queda antes de votar ver qué pasa en el Reino Unido, cómo se desarrolla esta semana que aún queda de campaña y qué dicen las encuestas de hoy mismo. No conviene olvidar que hay una gran masa de indecisos y tampoco es baladí como puede influir una radicalización del mensaje en los días finales por parte de PP y Podemos y sí esa polarización buscada les surte el efecto deseado de hundir a las fuerzas percibidas como centradas o centristas. No faltarán las boutades como la de Iglesias elevando (para seducir votantes socialista) a los altares a Zapatero. Pablo Iglesias es uno de los pocos españoles que hablan (muy) bien del expresidente. Que sea sincero es otra cosa. Bueno, no. No. Es la cosa fundamental. A quién nos creemos.