La arena de las playas tropicales es una cagada. Distintas especies que se alimentan de algas y pólipos en los bancos de coral, como el pez loro, las engullen junto a trocitos de coral muerto que no digieren, pero que no dejan de masticar y posteriormente defecar casi en un productivo sinfín. Un solo pez loro, por ejemplo, suele defecar 100 kg de arena al año. Y hay muchos peces loros, al menos todavía. Cagada a cagada generan el 70% de la arena de esas maravillosas playas que nos hacen soñar. Visto lo visto con el Sí al Brexit en el referéndum del Reino Unido, las cagadas políticas no suelen ser tan productivas ni generan paisajes posteriores tan paradisíacos.

Referéndum sí o no

Quien con referéndum se acuesta, caído se levanta. O no (pensaba Cameron antes de verse obligado a dimitir tras el resultado del suyo). Cuando se vota Sí o NO a un texto constitucional, como ocurrió en España el 6 de diciembre de 1978, y sale el NO, se puede rehacer el texto y volver a preguntar. Pero si se pregunta Si o No a la permanencia en la Unión Europea, las consecuencias del No son un poquito menos arreglables. En un referéndum no hay Ley D’Hont que intervenga en la conversión final de los votos en escaños, ni opciones distintas cuyo nivel de representatividad distribuya los porcentajes aritméticos. Se trata de asumir un Sí o un NO, de la suma de uno u otro, aritmética pura y dura. Por eso la decisión de Cameron al plantear el referéndum del Brexit para arreglar lo suyo dentro de su partido ha sido una temeridad internacional. Porque todos los referéndums no son iguales y...

«Ni una sola bala»

Porque no siempre el resultado es el de la máxima expresión democrática. En este NO, con sólo un millón de votos de diferencia sobre el Sí, se ha unido gente que nunca habría votado lo mismo que la que ha votado lo mismo que ella. Y ciudadanos tan diversos han protagonizado un hecho tristemente histórico. Sólo hay que observar, para comprender quién ha ganado con el Brexit, la alegría desbordada de los independentistas más rancios y, en el peor sentido, de los más populistas (como el norteamericano Donald Trump: «grandioso resultado», ha dicho). En el Brexit se ha podido dar la paradoja de que entre quienes han votado No a la UE haya británicos que castigan a Europa por no acoger a los refugiados, pero lo han hecho junto a los seguidores del xenófobo partido UKIP y de su líder, Nigel Farage. A propósito, Míster Farage se desayunó ayer el ánimo de los británicos sensatos cuando declaró que habían ganado «sin disparar ni una sola bala». ¡Uf!

El adiós del 50

Al margen de la inmediata devaluación de la libra (que tan «bien» ha sentado en Gibraltar) o de los miles de euros volatilizados en las bolsas, habrá que ver cómo reacciona Europa, porque según cuándo y cómo lo haga dará la talla o volverá a demostrar su incapacidad y la de sus poco queridos burócratas. Y habrá que ver cuándo Gran Bretaña acudirá al artículo 50 del Tratado de Lisboa para desligarse legalmente de la UE, un procedimiento que jamás se había utilizado. Es importante para los 100.000 españoles que viven en Gran Bretaña como ciudadanos europeos, ya que pasarán a ser inmigrantes, en principio ilegales. O para los futbolistas europeos que juegan en la Premier Ligue inglesa (ya que estamos en la Eurocopa). Triste e inquietante, a pesar de que a algunos nos apasione como cualquier página de la Historia que pasa ante nuestras narices.

Foro Málaga 360

Por lo demás, hoy vuelve a ser sábado y me vuelve a tocar escribir en La Opinión en jornada de reflexión electoral (como en las jornadas sucedidas en los sábados de los últimos 16 años, ya que las elecciones siempre son en domingo y a mí me tocan estas páginas de sábado). Eso me obliga a ahorrarme los exabruptos y las anécdotas más jugosas ocurridas en este último tirón de campaña que, además, ha incluido grandes mítines en Málaga. Pero no me resisto a recordar aquí el análisis político que hizo el alcalde malagueño, Francisco De la Torre, en la presentación del foro de debate «ForoMálaga 360» en el restaurante Alea el miércoles pasado.

De la Torre dixit

La política debe ser buen gobierno y gobernanza, advirtió De la Torre (que ya ha superado como alcalde los 16 años que lo fue el tristemente desaparecido Pedro Aparicio, a quien recordó con respeto y cariño). De la Torre vino a decir que los errores de los distintos gobiernos (tanto los de su partido, el PP, como los del PSOE) han alejado a la ciudadanía, propiciado la llegada de los nuevos partidos y generado la actual fragmentación política. Para el lunes, De la Torre apostó por un gobierno de concentración «entre las tres fuerzas moderadas» (PP, PSOE y C’s), para que Podemos se quede en la oposición unos años y, enfrentado a la realidad, modere sus extremos para cuando algún día le toque ser Gobierno. Tuvo su gracia… Porque hoy es sábado.