En el orden político, el Apocalipsis estaba anunciado, por unos o por otros, a la muerte de Franco en 1975, en las primeras elecciones de 1977, a la llegada de los socialistas al poder en 1982, a la llegada de Aznar en 1996 y, por supuesto, al advenimiento del cometa Zapatero (2004 y 2008). Tantos Apocalipsis fallidos deberían cansar a los apocalípticos, pero estos se mantienen tan firmes en sus convicciones como los devotos de Nostradamus. Las motivos del fracaso entre nosotros, de 40 años acá, de los augurios apocalípticos, son a mi juicio dos: por un lado ya hemos tenido un buen Apocalipsis no hace tanto (1936-1939), y eso consume riesgo estadístico para mucho tiempo. Por otro, que pudiera venir de lo mismo, la química del voto español tiene componentes estabilizantes y espesantes que acaban moderando cualquier inmoderación. El día que todo eso cambie habrá llegado el Apocalipsis.