Uno que está hecho ya a ver de todo parece renovar, cada semana, su fe en su capacidad de sorpresa, nunca satisfecha por nuestros queridos políticos. Resulta que los líderes del PSOE y de Podemos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, han mostrado durante las últimas semanas su incomodidad por que el portero David De Gea ocupa la titularidad de la Selección Nacional, si es que hoy Italia no nos manda para casita merced a nuestros fallos defensivos, pero esa es otra historia. La incomodidad de nuestros queridos políticos viene porque una de las menores implicadas en el repugnante caso de Torbe, sí, ese productor de cine porno al que todos los programas han llamado hasta la saciedad para lograr audiencia, aseguró que tuvo sexo a cambio de pago no sólo con el guardameta, sino con un par de futbolistas más. Lo que uno no entiende, a estas alturas, es que además de nuestros políticos, otras personas hayan expresado la misma incomodidad, juzgando y sentenciado al tipo sin que ni siquiera haya sido llamado aún por un juez a declarar, ni se sepa si está investigado y, sobre todo, sin respetar su presunción de inocencia. Que la denuncia es horripilante, pues sí; que si ocurrió deberá pagarlo, pues también. ¿Pero es que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias saben qué ocurrió en esa habitación de hotel? ¿Estaban allí o se lo han contado? Las opiniones alegres de gente que nos va a representar en el Congreso que debe conformarse a partir de ahora son lamentables. Luego ocurre como pasó con Dolores Vázquez, a la que media España condenó por la muerte de Rocío Wanninkhof en Mijas allá por 1999 y que se comió 17 meses en prisión sólo porque muchos decían que tenía cara de mala persona. A esa mujer le destrozaron la vida, su sexualidad fue diseccionada en la opinión pública, y aún hoy, en 2016, no ha cobrado lo que le corresponde por tamaño error. O qué tal si hablamos de la violación de una joven en la Feria de Málaga de 2014 a manos de cuatro individuos que, por ser gitanos, ya eran culpables. Luego resultó que la chiquilla se lo montó con todos ellos pero aquí ya se les había condenado. Menos mal que había grabaciones y testigos que hablaron claro, pero a punto estuvieron de engrosar la lista de inocentes condenados públicamente, por cierto, por algunos políticos malagueños que opinaron antes de saber qué había sucedido. Pues saben qué les digo, que a mí también me hubiera gustado que Sánchez se sintiera incómodo cuando imputaron a dos expresidentes de la Junta de Andalucía por el escándalo de los ERE. No sé cómo les irá en el juicio y no sé si son culpables. Habrá que respetar su inocencia hasta que el tribunal diga lo contrario.