Tuvo que haber un momento, en esta ya larga noche que sigue de las vainas electorales, en el que Moreno Bonilla, apagara la luz de su despacho y se fuera a hacer lo de Gil Marín en los partidos en los que juega el Atleti: salir a la calle y ponerse a conducir o a escuchar música en silencio esperando a que todo acabe. El PP estaba ganando las elecciones en Andalucía. Y eso, teniendo en cuenta la tradición, las encuestas y la autoestima encolerizada de Susana Díaz, que siempre suena como si tuviera diez más en el cuerpo, era motivo suficiente como para despedirse de la familia y de los amigos y pensar, por lo que pudiera pasar, en que nadie tocara nada. En los comicios, todos sufren su resaca y la del PP, en muchos casos, tiene que ser forzosamente al contrario: encargar un estudio a posteriori para que alguien realmente les explique cómo lo han hecho y por qué y cuándo han ganado.

Los socialistas lo tienen todavía más difícil en su análisis. Sobre todo, porque, de todas las elecciones posibles, y más después de haber resistido a la mayoría absoluta virtual de Arenas y a la deshonrosa situación de los ERE, éstas eran las que parecían menos comprometedoras. Hace mal Susana Díaz en echar balones fuera. Y más cuando buena parte de su estrategia sibilina de promoción personal ha estado en arrogarse todo lo que de positivo pudiera ocurrirle en esta tierra al PSOE. Más que una derrota suya, la del 26J ha sido en Andalucía la confirmación de que el susanismo, en tanto que bastión de fuerza , nunca ha dejado de ser otra cosa que una gran operación retórica. Ni la lideresa es Chaves, ni sus victorias tan holgadas, ni toda Andalucía un coro de Andy& Lucas en excursión con los mayores. Que con semejante hoja de servicio Susana Díaz haya amasado tanto poder personalista en el PSOE demuestra en lo que se ha convertido el partido en los últimos tiempos. Y por si hubiera duda lo ha corroborado la propia presidenta, ufanándose del segundo puesto y de frenar a Podemos, a quienes, dicho sea de paso, le ha cedido un diputado decisivo en Jaén y a costa de Cañamero, acaso el único indefendible de todos los nuevos candidatos. El PSOE sabrá si quiere ser autocrítico y salvarse. No siempre le valdrá la vieja cantinela de que viene la derecha. Se necesita mucho más, después de tantos años.