Tras un fin de semana convulso en la política nacional por unas encuestas demoscópicas desacertadas, las cuales se convirtieron en una galerna para muchos quienes desorientados no daban crédito al naufragio de sus galeones insignias; llegó la culminación de este septenario con la aparición de un lunes teñido, deportivamente, por el gris de la frustración.

El término fracaso deriva del verbo fracasar. Éste, a su vez, hace referencia a la frustración (cuando se malogra una pretensión o proyecto). En concreto, para los filólogos, dicho expresión emana del vocablo italiano fracassare, cuya traducción conlleva «estrellarse» o «romperse». Con este sentimiento nos fuimos los españolitos a intentar dormir por la derrota de la Selección en la Eurocopa. Veinticuatro horas de agitación e incertidumbre política y futbolística enmarcadas ya por una palabra: adiós.

Continuamente escuchamos decir esta expresión a lo largo de nuestras vidas y la solemos emplear cuando nos despedimos de una persona y desearle bien, pero en realidad esta frase tiene un origen atávico ya que antiguamente surgió como demostración de un buen deseo: de a la buena de Dios, pasó a ser a la de Dios y por último a Dios, es decir, es una contracción de una frase completa. Este afable anhelo no quita la emoción de la tribulación generada. Días de despedidas también para Braulio Medel, quien deja tras 25 años la presidencia de Unicaja; jornadas conducidas por una reflexión interna en todos los ámbitos existenciales. En las Cuatro Leyes de la Espiritualidad de la India hallamos ese momento de introspección. La segunda dicta: «Lo que sucede es la única cosa que podía suceder» y la cuarta determina: «Cuando algo termina, termina». A ver que nos deparan estos incipientes nuevos ciclos. Expectación.