Lo de La Mundial es fácil. Como no me gusta el Goliat de Moneo, apuesto por dejar en su sitio el David de Strachan. Comprendo que no comprendan quienes no estén en la maraña urbana malaguita, pero la mala guita de esa maraña con sus plusvalías por valer, su promotora amenazante, su oposición no siempre interesante y su interesado gobierno municipal cansan más que la repetición de la jugada electoral. Lo siento, no estoy por la labor de volver a escribir lo que ya escribí. Mejor buscan en La Opinión los artículos sobre el asunto de esta semana de Alfonso Vázquez, mejor, y de Gonzalo León

Lo mundial

Por mucho que nos enseñen que para escribir de forma universal hay que hablar de lo que tenemos más cerca, a mí lo que de verdad me parece La Mundial es que un tipo como Donald Trump sea ya candidato a la presidencia de EEUU. Un país con un presidente como Obama pero que se desparrama de sí mismo. Si la semana anterior compartí preocupado el vídeo que una gran mujer se grabó a sí misma en un coche, tras ser tiroteado su acompañante cuando iba a sacar su documentación por un policía incapaz que parecía aún más asustado que ella, esta semana me preocupa mirar cómo otro ciudadano negro se mantiene en el suelo con las manos en alto para no ser sospechoso de nada, pero cuando explica que está atendiendo a un paciente huido de un centro psiquiátrico que juega con un camión de juguete recibe tres disparos en una pierna. Desde el hospital en Miami ha contado que cuándo le preguntó al policía por qué le disparó a pesar de todo ello, éste le contestó: No lo sé…

Germen de fascismos

Pero conviene saber algunas cosas. Que el cansancio democrático al que nos enfrentamos es germen de fascismos es una de ellas. A los políticos que están administrando el voto de estas reelecciones en España les convendría mucho saberlo, aunque lo sepan. Pero no parece importarles demasiado que se especule con terceras elecciones tras la ocurrencia de un Albert Rivera que sigue sin recomponer su estupenda figura. Me refiero a eso de que va a decirle a Felipe VI lo que éste debería decirle a Sánchez y a Rajoy en la ronda prevista para la investidura, otra vez. No se puede, ni se debe, jugar a las canicas con la Corona, que ni tiene dedos para jugar ni debe tenerlos para lanzar canicas políticas en una monarquía representativa. Colocar de manera más o menos retórica al Rey en un tablero en el que no juega empieza a ser el colmo de la impotencia y la incontinencia. Y ya está pasando otro mes, con mil millones menos en el Fondo de Reserva…

¡Bah!

La sospecha generalizada se ha instalado. Perdimos la cuenta de los casos de corrupción política en España (¿pero cuántas veces se ha escrito ya esta frase?). La dimisión de la directora general de la DGT por presunto favor a su marido sólo es un último adorno en ese pastel relleno de tropezones y siglas. Da grima que sobre los informes técnicos de empresas que creíamos solventes hoy pensemos, a lo Groucho, que si al político contratante no le gustan tengan otros informes. Y no resulta fácil aceptar que los sindicatos hayan perdido su pegada instalados junto a la nata montada. Ni tampoco el hecho de tener que asimilar que los pokemon invadan incluso los informativos… ¡Bah!

Estado de golpe

Es como si en un mundo inevitablemente globalizado la gente, como anestesiada, creyera que Turquía está en Marte. Da la impresión de que se ha observado el golpe de estado y sus temibles consecuencias como si no ocurriera ahí al lado. Y qué mal se nos ha contado ese golpe. Qué poco sabemos de lo que está pasando, excepto por los datos que ofrece el gobierno otomano y las declaraciones del propio Erdogan. Si se trata de un golpe de laicidad contra una creciente islamización de las instituciones turcas; o si es sólo una tensión de poder entre dos facciones religiosas, una con su clérigo en el exilio norteamericano, y ya el espíritu laico del llamado padre de la patria y primer presidente de la República actual, Mustafá Kemal Ataturk (1881-1938, otro militar) no cuenta en la débil democracia turca.

Y Sayalonga

Hasta tengo la impresión de que hay más gente vuelve a fumar, tira cosas por las ventanilla del coche y es inmadura y maleducada. Así que anoche huí de mi propio artículo. Me fui a Sayalonga (de cuyo níspero fui pregonero), sustituyendo a Obama en la Axarquía malagueña en el disfrute de la excepcional guitarra flamenca de Daniel Casares -ya que el presidente norteamericano no pudo disfrutarle al tener que acortar su visita a España por el maldito tiroteo de Dallas-. Disfruté de sus Picassares en las Bodegas Bentomiz, ese refugio entre vides de vinos Ariyanas y pizarras que pertenece a los holandaluces Clara y André. Bebí, comí y lo cuento aquí… Porque hoy es sábado.