A lo largo de la semana que acaba de terminar se ha celebrado en Benalmádena el curso de verano de la Universidad de Málaga El Ministerio del Tiempo: una serie de ficción para redescubrir la Historia de España, que sobre la famosa serie de televisión han dirigido con enorme acierto Lourdes Jiménez y Rocío Ledesma, y que ha congregado a un numeroso público asistente de todas las edades. El éxito del curso como el de la serie televisiva ha tenido que ver, sin duda, con la temática en torno a la que gira la trama argumental: el tiempo y la historia. Y particularmente, sobre la idea de viajar en el tiempo y de modificar la historia. El Ministerio del Tiempo no es sólo una telenovela histórica, a pesar de que aborde acontecimientos y hechos históricos; es también una serie sobre la naturaleza del tiempo. Y es esto lo que la hace atractiva para un público intergeneracional. No creo que sirva para redescubrir la historia como se indica en el título del curso, sino para motivar a su estudio en todo caso. Porque es, sobre todo, un divertimento. Sin embargo, lo que ha enganchado al público no es la trama factual o histórica, sino la invitación que nos hace a la imaginación. El transcurso del tiempo, tanto del tiempo humano como del tiempo social, ha sido desde siempre una preocupación del ser humano, que la ha plasmado reiteradamente en el arte, en la literatura, en el cine o en la televisión. Pero también la vieja quimera de viajar en el tiempo ha sido frecuentemente utilizada por escritores y guionistas, directores y realizadores, para seducir al gran público.

Es a raíz de la publicación en 1895, en Londres, del libro La máquina del tiempo de Herbert George Wells, uno de los padres de la ciencia ficción, en el que un científico de finales del siglo XIX descubre las claves de la cuarta dimensión, el tiempo, y construye un vehículo que le permite viajar físicamente a través del mismo, cuando se multiplica el interés de los creadores hacia esa temática. Curiosamente, el mismo año se inicia la historia del cine, cuando el 28 de diciembre de aquel año los hermanos Lumière realizaron las primeras proyecciones cinematográficas en el Salón Indien de París (Salida de la fábrica, y La llegada del tren a la estación), y aquel interés creativo e imaginativo podrá plasmarse en imágenes ahora en movimiento. Asimismo, la publicación y difusión de las teorías de la relatividad de Albert Einstein entre 1905 y 1915 alimentarían desde entonces la fantasía de los viajes en el tiempo.

El desarrollo de la industria cinematográfica nos muestra un buen número de películas que van a tener como tema central o tangencial los viajes en el tiempo y las paradojas temporales. Desde ¡Qué bello es vivir! (Franck Capra, 1946) hasta la actualidad son numerosas las películas de esta temática. Especialmente prolífica es la producción del siglo XXI. Mencionar a modo de ejemplo, la trilogía de Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985), que narra las aventuras en el tiempo de Marty (Michael Fox) y de Doc (Christopher Lloyd), el loco científico amigo del protagonista; o Atrapado en el tiempo, película de 1993, de Harold Ramis, y protagonizada por Bill Murray, sobre el Día de la Marmota; o La máquina del tiempo, película de 2002, dirigida por Simon Wells, y basada en el libro citado de Herbert George Wells.

En el medio televisivo, se emitió en TVE entre 1966 y 1967 la serie norteamericana El túnel del tiempo, creada y producida por Irvin Allen, que trataba de las aventuras de dos científicos que viajan a través del tiempo gracias a una máquina construida por el gobierno de EEUU (un corredor de forma cilíndrica). Este serie alcanzó una gran cota de popularidad en España. La historia es similar a la de la serie española. A modo de ejemplo, en uno de los episodios uno de los científicos se ofrece para viajar al Titanic durante su travesía para convencer al capitán de que cambie de rumbo y evitar así la colisión con el iceberg que provocaría el naufragio en el que desaparecería el transatlántico. Esta serie es un importante antecedente de toda la producción fílmica y televisiva posterior sobre la misma temática, del que también se ha nutrido la serie española creada por Pablo y Javier Olivares, que hoy triunfa en la pequeña pantalla.

Los viajes en el tiempo y la historia son compañeros inseparables en los argumentos cinematográficos y televisivos, aunque el tratamiento pueda ser diferente (drama, comedia, terror, ciencia-ficción, etc.), y son además una fórmula de éxito garantizado. La ficción televisiva de calidad puede desempeñar un rol de educación informal muy importante, capaz de llegar a las distintas capas de la sociedad. Y éste es uno de los efectos que pueden apreciarse entre los numerosos seguidores de la serie española sobre El Ministerio del Tiempo, verdaderos fans de la misma. Viajar en el tiempo no es posible en la vida real, pero hacerlo a través de la televisión no solo permite conectarnos con la historia sino que al mismo tiempo nos proporciona muchas gratificaciones.