A la gran cuestión de estos días yo creo que sólo hay dos respuestas. Respuesta uno: disfrutar y gastármelo todo sin parar. Respuesta dos: gastármelo todo y disfrutar sin parar.

La gran pregunta de estos días, la que moviliza y motiva al mundo, la que espolea su imaginación y lo pone cachondo es la lanzada al aire en rueda de prensa el otro día por Neymar a un periodista: ¿Si tú tuvieras 24 años y ganaras lo que gano yo, qué harías?

Neymar, en efecto, un niño, se pegó una fiesta por el cumpleaños de su hermana. El motivo es lo de menos. La cosa es que se grabaron imágenes que alguien difundió y no pocos moralistas lo están poniendo tibio. Es que hay gente que a las primeras de cambio se rasga las vestiduras sin que nadie se lo pida. Luego pasa lo que pasa, que se quedan sin vestiduras, o sea, en pelotas y nos amargan el día y la visión.

Neymar estaba de vacaciones. Es seguro que existen los partidarios de pasar el asueto en un monasterio, pero es también seguro que son ligera mayoría quienes estando forrados, plenos de juventud, en vacaciones y en Brasil son ligeramente más partidarios de tomarse un refresquito por la noche e irse un pelín más tarde a la cama. Y como se dice en algunas sentencias: solo o en compañía de otros.

La relación entre fiesta y futbolista es amplia y bien documentada, ya desde aquellos tiempos en los que Lozano quería llevarse de lumis a Butragueño. El otro día contaba Mágico González en una entrevista que cuando vino un nota a ficharlo para el Cádiz (el enviado del Málaga no lo localizó y eso que recorrió abundantes sitios de parranda en busca del balompedista, de vacaciones en el Sur de España) firmó y a continuación se fue a la playa con un amigo para celebrarlo. Apareció tres días después de la fecha acordada para su presentacion en la citada ciudad. «Salía mucho por la noche pero rendía en el campo y también ayudé a mucha gente», decía en el Diario de Cádiz el legendario jugador salvadoreño, tan hábil en el regateo como en pedir otra ronda. Lo decía justificándose. Uno piensa que si rinden en el campo poco tienen que justificarse. Tienen la obligación de cuidarse, sí, pero tampoco es menos cierto que también los clubes los utilizan a su antojo si renquean lo más mínimo.

Una vez le preguntaron a Romario que por qué no le gustaba entrenar, a lo que, con algo de pereza, contestó que era algo muy cansado. Se puede ser atleta y flojo. Incluso una estrella del fútbol y un vago. Por poder se puede hasta ser vago y no tener ninguna habilidad en la vida. Ya rizan el rizo los que son vagos, sin aptitudes pero además están todo el día de fiesta.

Hay que hacerle un Neymar a la vida de vez en cuando. Es decir, ridiculizar al inquisidor. Y a continuación marcarse una samba y abrir una cerveza. En el tiempo en el que hemos tardado en redactar este artículo, el jugador del Barça habrá ganado miles de euros. Mientras contestaba al periodista se veían los logos de una de las marcas que lo esponsorizan. Estaba contestando y se oía la caja registradora. Y las ganas de fiesta que tiene.