El bloqueo de Podemos ante la crisis política es el más fácil de entender. Pocas cosas hay tan disculpables como las dudas sobre la propia personalidad del joven, al que encima el senior suele acosar preguntándole con mal gusto qué quiere ser de mayor, y canturreando el estribillo «si es que no saben lo que quieren». Podemos ha sufrido, además, su primer gran desengaño amoroso con la masa electoral, después de que ésta le pusiera muy pero que muy caliente, haciéndole soñar incluso con un tálamo en Moncloa tras el asalto al palacio de la casta. Rehacerse de esos fracasos en la adolescencia lleva su tiempo, y, aunque éste al final todo lo cura, entretanto el rechazado se muestra bloqueado y como metido en sí. Lo patriótico sería ayudar a Podemos a recuperar la sonrisa, y hasta a conocer el humor verdadero, que consiste en saber reirse de uno mismo (hacerlo de los demás es siempre fácil).