A medida que pasan los días podríamos decir que la situación política española se va aclarando: todos los medios de comunicación están a favor de cualquier acuerdo que evite nuevas elecciones y todos los partidos políticos son proclives a cualquier tipo de elecciones que evite la necesidad de un acuerdo. Dicho así parece exagerado pero si miramos la realidad muy de cerca vemos que esa exageración se parece bastante a la realidad.

Lo que ocurre es sin duda una disputa por distintos intereses. Los medios de comunicación quieren responsabilizar a los políticos por la ausencia de gobierno porque ahora son ellos los que prefieren poner distancia con ‘la casta’. Los políticos, por su parte, procuran no ser exigidos para nuevas definiciones ‘ideológicas’ ni obligados a renunciar a sus muchas y variadas promesas.

Todos, menos Ciudadanos, confían en que una nueva consulta les deparará mejor suerte, de modo que niegan la evidencia… «¿otras elecciones? ¡menudo papelón! ¿qué va a decir Europa?»… Pero en realidad eso es lo que menos les preocupa. La cuestión de la nueva votación no tiene mayor importancia… ¿a quién le preocupa que haya sonrisas burlonas en toda la Unión Europea? ¿Se burla alguien, acaso, de que los pueblos no hayan sido consultados sobre la propia existencia de la UE , de que cuando son consultados dicen que ‘nones’ y que no haya mecanismos normales para dar voz a los pueblos? ¿O tenemos que dar crédito a las nuevas teorías de que los plebiscitos, referéndums y asambleas son inventos y deformaciones ‘populistas’? Habrá muchos que piensen que las cosas deberían ser al revés: referéndums en todos los países y con una mayoría neta de votantes y de países a favor del europeísmo recién se daría al botón de arranque de todo el experimento. Y sin embargo, nadie se rie…más aún: se toma la cuestión como si hubiera sido un olvido o un despiste. De modo que los ingleses, que se acordaron tarde pero al menos votaron, vienen a resultar los más sensatos. Sin embargo, el ‘método’ (por llamarlo de alguna manera) sigue siendo el mismo; avancemos, mientras más mejor, que cada vez va a ser mas difícil dar marcha atrás. Luego pasa lo que pasa: lamentaciones y arrepentimientos que no significan -otra cosa curiosa- que se detenga el proceso y se lo reencauce por caminos democráticos.

Y nadie se está riendo. De modo que no parece que puedan tomarse muy a broma los olvidos de los ‘constitucionalistas’ españoles. ¿Cómo es que nadie había previsto una situación así, que para gente que intenta hacer previsiones tampoco parece tan insólita?

Pero ha surgido alguien dispuesto a ‘salvar a la patria’: Albert Rivera. Viendo que las encuestas se le ponían francamente inestables, ‘Ciudadanos’ diseñó el último modelo de Rivera: un Rivera dispuesto a ‘acordar’ con todo el mundo. Se tacharon todos los ‘jamases’ de la larga lista y se creó un nuevo prototipo para pactar a dos bandas: una, con el PP para que se pudiera formar gobierno; y otra con el PSOE para que se pudiera formar oposición.

La idea resultó genial y todos están estudiando y probando el nuevo prototipo. Hay gente que le encuentra fallos y dice que el mismísimo PP, procesado por corrupción, no puede ser quien investigue su propia trama mafiosa… ¿Puede el mafioso investigarse a sí mismo?

Pero, claro, como los medios están de acuerdo en lo que sea con tal de evitar las nuevas elecciones, se abre un camino inesperado…Resulta que lo sensato, lo coherente, lo ‘lógico’ (bueno, esto quizás sea una exageración) es eludir nuevas votaciones y ahorrarnos las sonrisas (y carcajadas) europeas.

Y de ahí viene que se apueste todo al nuevo prototipo de Albert Rivera. Un Rivera estupendo, diseñado especialmente para esta coyuntura, con todos los opcionales y una línea tan moderna que nadie podrá criticarlo por pasado de moda: es el último grito’ en materia de pactos, al punto que no se descarta presentarlo como una línea primavera/verano con divertidos efectos exclusivos para personalizar su voto.

*Horacio Eichelbaum es periodista y escritor