Una de las ventajas de España (de las desventajas ya se habla demasiado) es que no sólo tiene dentro varias naciones, sino incluso dos continentes, uno pequeñito y estrecho, al Norte de la Cordillera Cantábrica (antes llamada Pirineos Cantábricos) y otro que ocupa más o menos el resto del territorio y Portugal entero. En el continente Norte de noche no se ven las estrellas, salvo media docena, ni siquiera con tiempo despejado, y en cambio de día puede uno disfrutar de toda la variedad de nubes y sus caprichosas combinaciones. Al bajar a la repisa del continente Norte la temperatura desciende en verano media docena de grados o más, y el cuerpo lo agradece hasta que deja de hacerlo. La paleta de colores del paisaje también cambia bastante, y por tanto el paisaje interior de los indígenas, más pegados a la tierra que al cielo, del que sólo saben de oídas que esta lleno de estrellas.