Desde hace unos años señalo con preocupación que el gasto público, por mucho que unos y otros se empeñen, no es el verdadero problema de España. El drama español es que no podemos sufragar el «gasto público deseado» con el aporte de todos los ciudadanos de manera estructural, adecuada y justa, es decir, el «ingreso público».

Cuando comprobamos que desde 2008 no somos capaces de cerrar un solo año con más ingresos que gastos, el escenario es claro, aumentamos alarmantemente el endeudamiento público mientras el sector privado lo viene reduciendo. La suma de los déficits anuales desde ese año al 2015 ha hecho subir nuestra deuda pública en unos 560.000 millones de euros cuando años anteriores España cerraba sus cuentas públicas con superávit. Este endeudamiento, a parte de cuestionar la viabilidad de los servicios públicos para las generaciones futuras, también lo hace con las críticas de «recortes en gasto público» que se le hace al gobierno socialista entre 2008 al 2011 y al popular de 2012 hasta ahora. Cabría señalar todo lo contrario, el gobierno socialista tuvo que recurrir a endeudarse para atender el gasto público en unos 372.000 millones, a una media anual de 93.000 millones, mientras que el gobiernos popular lo hacía en unos 296.000 millones a razón de unos 74.000 millones al año para lo mismo; atender el gasto social, sanitario, educación, en fin el gasto público. Para hacernos una idea, haría falta algo más de 9 años de lo que se recauda por IVA en un año para cubrir este endeudamiento.

Cabría pues decir que estos gobiernos han adoptado medidas para no recortar el gasto público y evitar situarlo al nivel del aporte que hacemos todos los contribuyentes, eso hubiera supuesto unos recortes en el periodo de 2008 al 2015 de más de medio billón de euros. Por tanto, hace 8 años que venimos cerrando con déficits continuados y excesivos, mientras la Unión Europea nos advierte que hay que corregir tal situación bajo amenaza de sanción.

Pero si el ingreso público español per cápita es uno de los más bajos de la Unión Europea, más preocupa que las rebajas fiscales no vengan acompañadas de una mayor actividad que produzca «realmente» mayores ingresos. Ya conocemos que en 2015 algún impuesto, tras bajar su fiscalidad, ha ocasionado reducción en su recaudación y esto podría afectar a los recursos con los que deban contar las CCAA y las EELL en el próximo 2017, año en los que se liquida definitivamente las entregas a cuenta de los anticipos de los ingresos del Estado del año 2015.

De entre la bolsa de impuestos nacionales es el IRPF el de mayor volumen, pero quiero señalar como el segundo en importancia, el IVA, tiene un comportamiento en España algo peculiar respecto al resto de países de la Unión. El ingreso por IVA en España supone el 6,2% de nuestro PIB, lo que nos sitúa como uno de los países con menor ratio de la Unión, solo por delante de Italia e Irlanda. Nos superan países como Grecia, Portugal, Malta, Bulgaria, Hungría, Croacia,...en fin países con una menor renta per capita que España.

Si ahora comparamos la recaudación por IVA por habitantes, España sigue en una de las últimas posiciones. En 2015 España ingresa por habitante/año un IVA de entorno a 1.439 euros mientras Luxemburgo alcanza los 6.757, Dinamarca 4.563, Suecia 4.195 o Finlandia 3.484 euros. Bulgaria se sitúa en último lugar con apenas 546 euros. Si mantuviésemos un ingreso per capita por IVA similar a Francia, nuestros ingresos pudieran subir en torno a unos 30.000 millones de euros, cifra que daría para sufragar en torno al 45% el gasto sanitario español o atender casi el 22% del pago de pensiones. En fin es un impuesto al que se le debe prestar atención y que debiéramos requerir mejoras en su recaudación en los próximos años. Pero, ¿qué sucede con la recaudación del IVA en España?

Durante los primeros años de la crisis, la recaudación por IVA en España aumentó un 1,2% por el efecto de la subida de tipos, frente al aumento del 10,9% registrado en la media de la UE, 21 de los 28 Estados miembros han elevado la fiscalidad sobre el consumo y han obtenido mayores ingresos que España. El fraude fiscal y, sobre todo, el peso que tienen, en la cesta de la compra, los tipos reducidos y súper reducidos pueden ser dos posibles motivos que explicarían que la recaudación sea relativamente más baja que en otros países de la Unión. No obstante lo anterior, hemos de advertir como en 2015 la recaudación por IVA crece un 7,4% respecto al año anterior, pero esto no nos debe hacer olvidar que este impuesto debiera aportar más recursos a la Hacienda Pública española.

Si analizamos el total de recaudación tributaria estatal del 2015, apreciamos un crecimiento de un 4,4%, siendo la mayor subida la del Impuesto de Sociedades con un 10,3%. El IRPF baja un 0,4%, aunque el no cedido, que mide posteriormente el índice de evolución que establece las liquidaciones definitivas de los Fondos de Financiación Autonómica y Local, cae un 6%, siendo esta la posible causa de liquidaciones definitivas negativas para el 2015 y la probable nueva devolución de Ingresos del Estado de 2015 a sumar a las de 2008, 2009 y 2013.

Si queremos conocer la diferencia con el año en que la Agencia Estatal de Administración Tributaria recaudó más tributos, el año 2007, hemos de destacar lo siguiente; mientras en 2007 ingresábamos unos 200.000 millones, en 2015 lo hemos cerrado con 182.000, encontrando las mayores diferencias en el Impuesto de Sociedades, en el que caemos unos 24.000 millones, en el IVA y en Impuestos Especiales que suben entre ambos unos 5.000 millones y que el IRPF se mantiene en valores similares, bajando, esos si el de no residentes en unos 600 millones de euros. El resto experimentan leves diferencias.

Los modelos de financiación de CCAA y EELL son complejos, difíciles de comprender, poco estables e inseguros, produciéndose situaciones de devoluciones de anticipos que dañan las estrategias de gasto público en estos niveles de gobierno y administración. De otro lado se comprueba la dificultad que tiene la economía española para aportar ingresos públicos a fin de atender el «gasto público deseado» y la imposibilidad de seguir endeudándonos más para gozar de un nivel de vida que no podemos costear, vigilados muy de cerca por la Unión Europea que nos advierte de sanciones si no corregimos esa situación. Creo que es conveniente una reflexión sobre cómo mejorar la recaudación tributaria, en especial la del IVA, y la necesidad de reformar los modelos de financiación de CCAA y EELL en cuanto tengamos un gobierno en España.

*Ruiz Galdón es profesor de la Universidad de Málaga y economista