En el Cantábrico los buenos días del verano no traen la transparencia al aire, que suele estar celado. Esto hace que en las panorámicas las dimensiones se agranden y ahonden, que al diluirse los contornos lleguen a parecer irreales, que surja en el cromatismo del paisaje una gama muy matizada de tonos, y, en fin, que todo parezca metido en un ambiente de ensoñación, que relativiza las verdades y las tiñe de ironía. Recojamos los bártulos que hemos desplegado: manía de grandeza, sentido de la irrealidad, gusto por el matiz, escepticismo, ironía. Hablo del carácter de los seres en general, sin distinguir entre el de las llamadas cosas inanimadas, el de los vegetales y animales, y el de los humanos. De ese mismo carácter forma parte, por las mismas razones dichas, una confusión entre reinos y especies, que podemos llamar panteísmo, paganismo, animismo o (con Estrabón) barbarie.