La nota de nuestros deportistas en Río 2016 podemos considerarla como de notable, como mínimo. Diecisiete medallas igualan lo conseguido en Londres, siendo la cuarta mejor marca conseguida por nuestra delegación en toda la historia de los Juegos Olímpicos. Pero los siete oros logrados la semana pasada son una marca histórica, que sólo superamos en nuestros Juegos de Barcelona 92.

Todavía vemos en los informativos los homenajes que cada pueblo o ciudad dedican a sus deportistas, algunos por las medallas logradas y otros solo por el hecho de participar y haberlo dado todo. Y es que muchos de nuestros deportistas, a pesar de dar su máximo nivel en su competición, no pueden alcanzar la gloria de ver recompensada su participación con una medalla porque hay otros rivales mejores.

Verles competir poniendo todo el esfuerzo hace que nos sintamos orgullosos de ellos y de que nos representen. Ellos han sido capaces de que valoremos el esfuerzo que ha hecho Rafa Nadal compitiendo en Río a pesar de su lesión. Nadie se atreve a reprocharle nada por ese cuarto puesto alcanzado en el cuadro individual porque todos hemos visto cómo se ha comportado en la pista. Ellos han logrado que todo un país se ponga delante del televisor un mediodía para ver un partido de bádminton. Muchos no sabemos ni las reglas de este deporte pero todos hemos querido apoyar a Carolina Marín en esa final. Todos con nuestros corazones empujamos la embarcación de Saúl Craviotto en la última palada para que consiguiera in extremis la medalla de bronce empatado con el palista alemán. Todos saltamos de alegría cuando Anna Cruz anotó aquel tiro en el último segundo en el partido contra Turquía que nos daba la oportunidad de luchar por las medallas.

Los Juegos son así. Si no te gusta la natación sincronizada no se te pasa por la cabeza ver la actuación del equipo japonés, por ejemplo. Pero si compite nuestro equipo por supuesto que lo vemos. Igual pasa con el resto de deportes. Si compite un español vemos el tiro al plato, la hípica o los descensos en aguas rápidas. Da igual la disciplina olímpica. No importa si conocemos el deporte o no. Tampoco es importante si nos gusta o somos aficionados. Si compite un español ahí estamos nosotros delante de la tele para apoyar a nuestro deportista, lo conozcamos o no.

Nuestros deportistas despiertan en nosotros ese sentimiento patriótico que nos hace emocionarnos cuando los vemos competir por nuestro país. Y esto me parece de gran valor en un momento político muy revuelto en el que crecen los pensamientos independentistas. Los políticos, incapaces de ponerse de acuerdo para gobernar el país, por desgracia no despiertan en nosotros el mismo sentimiento de orgullo que han despertado nuestros deportistas en estos diecisiete días.

Todos han sabido prepararse para competir poniendo todo su esfuerzo. Y esto en época de crisis en la que las ayudas al deporte de las instituciones no han sido las más altas. Sólo hay que saber que once de las diecisiete medallas han sido logradas por deportistas financiados por UCAM Murcia.

Todos ellos tienen nuestro respeto, los que consiguieron el éxito y los que fueron eliminados en la primera ronda. Nos han tenido pegados al televisor para verles competir, o pendientes del Twitter para saber si pasaban de ronda o no. Nuestra delegación olímpica nos ha tenido en tensión en cada deporte, regalándonos alegrías cada vez que conseguíamos una de esas medallas tan difíciles. Da igual si entendemos de taekwondo o no. No importa si jamás vimos gimnasia rítmica. Todos ellos han sido capaces de hacernos felices por unos días.

Por todo ello ahora merecen nuestro reconocimiento. Ninguno debe quedarse sin su homenaje en el ayuntamiento de su localidad para que todos sus vecinos les aplaudan y consigan que cada deportista español sienta por un instante la emoción y el orgullo que nosotros hemos sentido viéndoles competir.

Pero merecen más, un merecidísimo homenaje institucional a nivel estatal. Quizás para esto si son capaces de ponerse de acuerdo nuestros políticos.