La mente me juega malas pasadas últimamente. Después de la fallida sesión de investidura oigo hablar de la retranca de Rajoy y mi cerebro burlón borra la primera sílaba de retranca, imaginándome al candidato como el negro del Whatsapp. Una visión, ya les digo, nada deseable.

Quizás por eso he tenido que mirar varias veces la viñeta del semanario francés, Charlie Hebdo, sobre el terremoto de Italia y asegurarme de no haber caído en una trampa mental. Pero no, es real. La viñeta procura tirar de humor y, para ello, no han encontrado forma más dañina que mostrar a un hombre cubierto de sangre bajo las palabras «pasta con tomate», a una señora con la cara destrozada bajo las palabras «pasta gratinada», y a una montonera de ladrillos intercalada de cadáveres bajo la palabra «lasaña».

Así que yo también me he levantado hoy pletórico de humor, con la libertad de expresión por las nubes, con sátira a raudales. Por eso digo abiertamente que estos dibujantes no son más que una panda de sociópatas que envilecen a la especie humana, pues una cosa es criticar la confesión religiosa o la opción política de cada uno, y otra muy distinta escupir sobre los restos aún calientes de aquellos que, por desgracia, ya nunca podrán defenderse de semejante provocación.

El dibujo en cuestión es de una cobardía tal, que sólo alcanzo a encontrar una explicación, y es que estos de la revista debían ser los raritos de su barrio. Aquellos sin amigos, amargados y resentidos, esos a los que sus santas madres pegaban en la cabeza hasta dejarlos tarados, los que se reunían con ellos mismo creando sobre el papel mundos de fantasía porque su realidad era vomitiva y sin visos de mejorar. Y así fue como se juntaron unos pocos, picándose a ver quién paría la ignominia más lacerante, hasta que llegó un imbécil y decidió editarlos porque, mal que nos pese, hasta estos despojos tienen su público.

Cobardes, sí. Cobardes y mediocres, porque me vienen a la cabeza grandes humoristas gráficos (Forges, Gallego & Rey, Brown, Puebla, Hogarth, Idígoras, Quino, etc) y ninguno de ellos cayó en la zafiedad o la ofensa para despertar conciencias o censurar al sistema, antes bien, tiraron de creatividad, arte e inspiración para provocar y satirizar, para hacer bueno aquello de que más vale una imagen que mil palabras y ser cronistas del espíritu crítico.

La suerte para nosotros, es que estos pseudocómicos franceses tienen a mano un bolígrafo, porque otros, con la misma deficiencia congénita, tienen idéntico odio en las entrañas y un arma. Y no nos equivoquemos, que ya está bien de paños calientes con estos inadaptados, quien es capaz de expeler una provocación sobre la triste muerte de decenas de personas por un fatal desenlace sísmico, es un anormal digno de tratamiento que en nada difiere de aquellos que, movidos por su propia incapacidad de empatizar, imponen su realidad a través de la violencia escrita, pues en nada se distinguen del jefe talibán que eructa bilis reescribiendo suras desde su escondite, del político que firma una ley injusta sembrando el drama social, del banquero que ahoga familias con sus memorandos, o del resto de personajes habituales que los de Hebdo aborrecen. Todos usan tan sólo un boli, ¿No?

Y en esas estamos en la aldea global. Fomentando la falta de respeto, favoreciendo al mediático, al instigador, al memo de turno. Ya dijo alguien que esta crisis no es sólo económica, y me pareció exagerado. Ahora creo que se quedó corto. Priman el insulto y el récord de ventas, y así nos va, aguantando inútiles que sólo viven del dolor ajeno, de la pena colectiva. Y para colmo les aplauden.

Hablando de quedarse corto, releo el artículo y me parece que sí, que me quedo corto, pero es mi humor, mi gracejo, mi sátira. Qué quieren que les diga, yo me he reído un montón. Qué retranca tengo, y visto lo visto, tan libre, constitucional y editable como la que más. La diferencia es que yo estoy aquí, sentado, aguardando a que se me aplique el doble rasero por retrógrado, esperando la censura y los ataques de Charlie Hebdo, Zapata, Hasel y los de todos aquellos que les apoyan, porque, ellos sí, aun están vivos para defenderse.

P.D.- En memoria de las víctimas del terremoto de Italia, y de Franck Brinsolaro y Ahmet Merabet, policías ejecutados en el atentado perpetrado en enero de 2015 contra la revista parisina por la estúpida irresponsabilidad de unos y la azuzada locura de otros.