La vida es una prensa hidráulica. Pero tú aguanta… Conviene que no alimentes la rabia tras los 85 minutos que se necesitaron para detallar los delitos de los 37 acusados de la trama Gürtel en el comienzo del juicio. 732 años de cárcel se les piden en total. Sólo para Correa el fiscal pide 125 años de prisión, y para el exsecretario de Organización del PP en Galicia, el tal Crespo, 85 años y medio. El fiscal pide eso y que paguen 10 millones de euros en concepto de responsabilidad civil por los 120 millones de dinero público que desviaron a paraísos fiscales (que ahí siguen, para recoger lo robado y abrir con ello empresas extranjeras fantasmas que luego invierten y abren otras empresas en el país donde se robó) No sé cómo explicárselo a mi hijo de seis años. No me refiero a detallarle el mecanismo del blanqueamiento del dinero corrupto, sino a la desvergüenza de que los paraísos fiscales sigan abiertos 24 horas al día para posibilitarlo.

En artículos como éste resulta fácil jugar con las cifras de los temidos y siempre tardíos macrojuicios por corrupción, porque dan juego periodístico. 85 minutos, 37 acusados, 732 millones, 125, 10, 120…

Luego se hace eso de convertir a pesetas lo saqueado presuntamente por estos prendas -casi 2.000 millones de pesetas- para aumentar la sensación en el ciudadano de haber sido groseramente expoliado (la cantidad da también idea de la sensación de impunidad, lacerante, que debían de tener los saqueadores desde 1999 a 2005). Si además cuantificamos cuántos hospitales o escuelas podrían haberse hecho con esos millones detraídos de ayuntamientos, sobre todo, se desboca el ritmo cardíaco de quien lo comprende. Pero se debe evitar la rabia en quien lo cuenta y la tentación de provocarla en quien le sigue. Estas cifras y las valoraciones que generan se deben desgranar, pero eludiendo la mala leche. De la misma manera que la Justicia debe ser sobria, no bravucona y ejemplarizante, ya que una condena, si es justa, resulta ejemplar per se. La información veraz y responsable, como la reflexión sólida, es necesaria, y resulta ejemplar para el ciudadano que la recibe por la respuesta emocional y moral que en él provoca (si al ciudadano le queda moral).

El caso es que últimamente se nota en exceso no sólo el ruido, sino también la furia, hasta en algunas editoriales de medios relevantes sobre determinados asuntos y algún personaje político que ha ascendido sólo de bancada. Se nota que no sólo lo hacen y cómo por contentar a su correspondiente target o público objetivo, sino encendidos por lo que se juegan a la hora de financiarse. Que se les note tanto es un peligro, en esta España en negro, que mina la poca credibilidad en que el periodismo no haya dimitido (como los 17, entre varones y alguna mujer, de la Ejecutiva del PSOE) de su deber de no morir en el intento de ser útiles a la sociedad (ya parece mucho pedir que también en el de ser vocacionalmente independientes).

Para colmo Rato está de testigo en el juicio Gürtel y, en la sala de al lado, de acusado en el de las tarjetas black. Está feo el panorama. Pero tú aguanta…