Más de 160 empresas del sector de las bodas acudirán al Salón Celebra, que tendrá lugar en Málaga este fin de semana. Parafraseando a Jardiel Poncela respecto a aquello que decía de las vírgenes, habrá que preguntarse: ¿pero hubo alguna vez 160 empresas? O, ya puestos y mejor dicho: pero ¿en serio hay tanto amor? Tanto amor al matrimonio...

La gente se casa que es una barbaridad. Se dan incluso casos de gente que se casa enamorada. Las bodas son siempre una acontecimiento feliz. A condición de que sean de otro. De una boda sale otra, afirma el tópico. También lo afirman y desean los empresarios del sector, sector que parece que conoce menos crisis que los matrimonios.

Hay matrimonios que son más llevaderos entre tres y hay parejas que nunca se piden matrimonio aunque ambos lo estén deseando. Una vez leí un tristísimo relato basado en algo así: dos ancianos que llevan toda la vida juntos y que pese a tener tanta confianza nunca ninguno de los dos tuvo la osadía de pedir matrimonio al otro. Muere él y al día siguiente muere ella. Ambos se llevan el deseo de ser cónyuges a la tumba. La narración era tan triste y al mismo tiempo tan efectista que no pude por menos al acabar la lectura que llorar y abrir la ventana para, evidentemente, pedir en matrimonio a alguien. Daba igual a quien. Lo malo es que estaba solo en un hotel de esos especializados en familias y a mi grito respondió un camarero diciéndome que el zumo de naranja estaba agotándose en el bufé del desayuno, una niña me dijo si podía reservar una hamaca dejando sobre ella su toalla (que llevaba serigrafiadas sentencias en latín) y un señor con barriga homologada por la Internacional Barriguera y pantalón corto blanco me dijo que dejara de dar la nota. Cerré el libro y al día siguiente al marcharme del hotel lo dejé en la mesilla de noche. A veces fantaseo pensando en quién habrá leído ese relato. Si es que lo ha leído alguien. La gente a veces ve un libro y se piensa que pueden salirle pelos en la espalda si lo toca. Tal vez lo leyó una chica espigada recién salida de la ducha y aún esté llorando. O un viajante de comercio, que desde ese día no para de buscar la mujer de su vida, teniéndola tal vez delante de sus narices. Que es amiga de toda la vida. Empresaria. Del sector bodas.