Como algún lector de este billete habrá advertido, aquí se habla a veces de política pero no se hace política. Sin embargo la regla tiene una excepción, las presidenciales USA. La razón es que en otros campos de la política tiene uno opción de intervenir, al menos echando papeleta en urna, mientras que en éste no, a pesar de lo que el resultado nos colgará del pelo. En todo caso si aquí se hace campaña descarada a favor de Hillary Clinton no es que por ser demócrata, sino por ser mujer, y mujer consecuente, es decir, al menos algo implicada en el movimiento universal para que las mujeres manden más. La idea de que haya por primera vez una mujer al frente del Imperio (y no de una de sus pedanías) es mucho más revolucionaria de lo que parece, pues el supremacismo masculino tiene en la Casa Blanca uno de sus últimos reductos-tabú, junto al Vaticano. A éste ya le llegará la hora.