Aznar puso de moda eso de Váyase señor González. El otro día, Antonio Maíllo le dijo a Susana Díaz «si se va a ir, váyase de una vez». El verbo ir, o sea, las idas y venidas, reales o figuradas, fingidas o deseadas son un argumento político. Lo fue en el debate sobre el estado de Susana Díaz, que tuvo lugar en la Cámara regional. Ya decían los de Cruz y Raya, que si hay que ir se va, pero que ir para nada es tontería. Moreno Bonilla afirmó en ese mismo debate que Susana Díaz «no está», lo cual ya lleva también implícito el concepto de ir. O de venir. O de que ya se ha ido. Vaya usted a saber. Al menos, en la mente de Bonilla. Ignoramos si además de negarle el ser le niega el estar. Estar estaba. Tal vez tenía la cabeza en Ferraz, a lo mejor estaba pensando en Borrell, que está el hombre tratando de articular a los partidarios del No a Rajoy, que por ahora son mas norteños que sureños en esa guerra de secesión, sucesión y civil que mantiene el PSOE. Una guerra en la que nadie se va pero todos quieren llegar. La gente se va de la lengua pero no de la política. Susana Díaz quiere una silla que está lejos de Sevilla y ese hecho es el que acaba catalizando el debate político en Andalucía, que es pobretón y burbujero, que no burbujeante. Burbujero por estar dentro de una burbuja. A Moreno Bonilla, que un día se fue a Cantabria a ser diputado y nunca más volvió (a Cantabria), también le reprochaban al principio de su aterrizaje en Andalucía que tuviera un pie en Madrid. El hombre hizo lo que pudo: se agarró la pierna díscola y posó los dos pies en nuestra Comunidad. Desde entonces mueve ambos de Sevilla a Almería, de Cádiz a Córdoba, de aquí para allá en un intento de que nadie le diga que no conoce Andalucía. Un buen inicio de cuento de ciencia ficción o surrealista podría ser: «Cuando el joven Bonilla terminó de recorrer las ocho provincias, se percató de que le había crecido otra. Detrás de él. Virgen e ignota, grande y amenazante. Entonces Bonilla se calzó unas nuevas botas....

El estado de la Comunidad no es ningún cuento. El paro rampante y la gente que no llega a fin de mes. El intercambio, más que de ideas es de personalismos. De ir y venir, de váyase o quédese. Y eso que hay algunos que se van más que Antoñete.