El sistema de elección de presidente del Gobierno y la falta de acuerdo político han generado en España una inédita situación de bloqueo institucional que se prolonga durante más de 300 días. Con el sistema por el que se rigen los ayuntamientos, donde el alcalde es elegido en primera instancia por la mitad más uno de todos los votos de los concejales o si no gobierna quien encabeza la lista que ha obtenido el mayor número de votos, nuestro país ya tendría Gobierno. También lo tendría siguiendo el modelo vasco: el lehendakari es investido en primera votación por mayoría absoluta o en una segunda en la que no hay posibilidades de vetos: sólo es posible votar a favor o abstenerse. Son dos modelos que evitan el bloqueo institucional.

Tras las elecciones del 20 de diciembre y la negativa del candidato más votado, Mariano Rajoy, a someterse a la investidura, los socialistas tomamos la iniciativa para desbloquear la situación política en nuestro país y liderar un gobierno de cambio y reformista. Un gobierno alternativo al del PP con las fuerzas que representaban el cambio en el Congreso de los Diputados: PSOE, Ciudadanos y Podemos. Un gobierno que no fue posible porque Podemos y Pablo Iglesias votaron «no» junto al PP y nos condenaron a unas segundas elecciones.

Los segundos comicios lejos de despejar la situación política, la agravaron: las mayorías de bloqueo siguieron siendo más grandes que las mayorías de gobierno. Los socialistas nos comprometimos a no apoyar un gobierno de Rajoy y a no ir a terceras elecciones. Precisamente, ese «no» a Rajoy fue el que defendimos en el debate de investidura que concluyó con la derrota del candidato del PP.

Más de cuarenta días después de aquella votación en el Congreso de los Diputados el bloqueo institucional persiste y el PSOE continúa en el centro de todas las miradas para desatascar la situación. En este punto, conviene recordar que en el Congreso no hay una mayoría de izquierdas. Ni la hay ahora -las izquierdas suman 156 diputados y las derechas 169- ni la había tras el 20D -entonces, sumaban 161 frente a 163-. Situar en el bloque de las izquierdas, como a menudo hacen algunos, a aquellos que quieren recortar el mapa de España y romper la solidaridad y la igualdad entre todos los españoles es sencillamente una trampa. Ni el independentismo ni el separatismo ni el nacionalismo son de izquierdas. La izquierda no suma. En cambio, sí suman ahora, y sumaban entonces, las fuerzas políticas para hacer un gobierno alternativo y transversal. Pero Podemos y Pablo Iglesias ya se encargaron en marzo de enterrar esa vía.

Llegados a este punto, los socialistas seguimos en la disyuntiva entre el «no» a Rajoy y las terceras elecciones, el doble compromiso que adquirimos ante nuestro electorado. Respeto profundamente la posición de aquellos compañeros que defienden que el PSOE debe permanecer en el «no» a Rajoy y al PP. Pero también cabe preguntarse por las consecuencias que esa decisión tiene para nuestro país. Los ciudadanos votaron el 20 de diciembre y volvieron a hacerlo el 26 de junio porque los representantes políticos no fuimos capaces de ponernos de acuerdo para elegir a un presidente. Transferir una tercera vez la responsabilidad a los ciudadanos no garantiza que se desbloquee la situación política de nuestro país; no garantiza, en definitiva, que no haya unas cuartas o quintas elecciones. Es hora de que asumamos las responsabilidades que nos corresponden.

A lo largo de mi trayectoria política he ejercido, por convicción y por la propia naturaleza de mis responsabilidades, una dura oposición al PP que me ha granjeado cierta fama de duro adversario de la derecha. Una posición que me permite defender hoy aún con mayor legitimidad que la abstención del PSOE es la mejor opción para España y para mi partido.

Abstención, en el sentido estricto del término, significa renunciar a hacer algo, especialmente a emitir el voto en una votación. Por tanto, no es apoyar; tampoco votar en contra. Defiendo una abstención del PSOE ante la imposibilidad de formar gobierno en nuestro país 300 días y dos elecciones después. Una abstención para dar respuesta a un problema técnico que presenta nuestro sistema de elección de presidente del Gobierno. Una abstención que evite unas terceras y, por qué no, sucesivas elecciones.

Abstenerse no es apoyar al PP y a Rajoy, ni amparar sus políticas. Abstenerse significa desbloquear España. Porque el debate no es Rajoy sí o Rajoy no, sino terceras elecciones sí o terceras elecciones no. Abstenerse significa anteponer el interés general de los españoles, que es lo que siempre ha hecho el PSOE. Y anteponer el interés general de los votantes del PSOE.

Porque desbloquear España significa también que arranque la legislatura para que el PSOE lidere desde el primer minuto la oposición con la fuerza de sus 85 diputados y diputadas. Ante un gobierno en minoría y débil, el PSOE tiene la oportunidad de alcanzar acuerdos parlamentarios para cambiar las leyes más dañinas impuestas por el PP durante los cuatro años de mayoría absoluta y defender sus ideales y programa consensuando medidas que permitan reconstruir el Estado del Bienestar, recuperar derechos de los trabajadores o regenerar democráticamente este país. En definitiva, desbloquear España también significa reencontrarnos con un PSOE útil para los ciudadanos.

*Francisco Conejo es secretario de Política Institucional del PSOE de Andalucía y miembro del Comité Federal del PSOE