Hasta los más acreditados marianistas no salen de su asombro al contemplar el giro, al menos de palabra que no de hechos, de quien mañana volverá a sentarse en la poltrona de La Moncloa, o sea Mariano Rajoy. Le ha bastado once meses de acreditado silencio, de no mover una ceja, retozar con sus vitalistas paseos, para que se olvide de que en la España reciente gobernó ejerciendo una aplastante mayoría, negando consensos y diálogo, imponiendo su ley, ninguneando al Parlamento con los decretos leyes, humillando a sus adversarios y, sin mover un dedo, pastorear un partido donde nadie osa levantar la voz o abrir una grieta en la pétrea obediencia que se le tiene al jefe o al patrón, que viene a ser lo mismo. Ahora habla y propone diálogo, consenso, abrir las puertas a negociaciones, o sea tenemos un presidente que afirma, sin rubor, que gobernará mediante pactos para alcanzar la estabilidad y la gobernabilidad. Un Rajoy amable, conciliador, si bien con nada nuevo en cuanto a propuestas concretas y manteniendo el dique catalán, como un problema que no va con él, aunque sí dejó la pincelada de buscar acomodo para los catalanes. Le faltó decir que no le apuren, ni le aprieten demasiado el zapato que por mayo disuelve el Parlamento y convoca elecciones. Rajoy crecido y jaleado por sus incondicionales.

De la corrupción, ni pío. Rajoy no reconoce, y no lo hará, que una buena parte de dirigentes del PP están en el banquillo, y lo que queda por ver. Y avanzó más: no griten demasiado porque quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Las urnas han blanqueado al PP, dicen, pero yo me resisto a ello. ¿Qué harán Ciudadanos y PSOE cuando siga saliendo tanta mierda de las cloacas? De momento, Antonio Hernando, el portavoz socialista para todo, ayer se resistió y de qué forma al abrazo del oso. Hernando marcó una hoja de ruta, muy alejada de lo que propone Rajoy. Veremos a ver qué pasa. Primera piedra de toque: los presupuestos de Bruselas (no los de Madrid).

No sé si lo conseguirá, pero Rajoy tiene la oportunidad de enterrar un pasado donde impuso su ley a golpe de decreto ley, de ordeno y mando, para dar paso al diálogo, a los pactos y al consenso. No le será fácil, pero esa es la intención que tiene Rajoy. La verdad es que a España y a todos los partidos les vendrá bien un tiempo de reflexión, de reposo, de gestionar los tiempos sin prisas y sin iras. España necesita relajarse y salir del bloqueo y la zancadilla. Sabe Rajoy que ya no podrá hacer lo que le venga en gana. No es tiempo de frases prefabricadas, de eslóganes, ni de lucha y tensiones innecesarias. Iglesias tiene la palabra.

El PSOE, con su abstención mañana, le dará la investidura a Rajoy pero no la gobernabilidad. Eso se lo tiene que ganar a pulso y día a día, con rendición de cuentas al Parlamento. ¿Dónde puede estar el talón de Aquiles de Rajoy? En su rotunda negativa a derogar sus leyes estrella como la reforma laboral, la ley de Seguridad Ciudadana (ley mordaza) y la ley Wert, puteada hasta por los más acérrimos machacas del PP, sin olvidar que ha sido, y tendrá que seguir siéndolo, el presidente de los recortes, con Bruselas echándole el aliento de que tiene que adelgazar nada menos que cinco mil y pico de millones de euros. Queda Bruselas y los recortes, los anunciados y los que están por venir. ¿Resistirá Rajoy? Nos vemos en mayo en las urnas, quien sabe.

Y rastrojos de tierra quemada en el debate de investidura:

PSOE. Le espera el desierto, sin agua y a pan con dátiles, leche de camella y restañar heridas. ¿Lo conseguirá? ¿Quién será la persona y el equipo capaz de coser tanto roto, generar confianza y analizar tantos errores estratégicos? Digan un nombre y se equivocarán.

Andalucía. Si no hay elecciones anticipadas en 2017, las primeras por venir serán las andaluzas, en 2019. El PSOE andaluz tiene un largo camino por delante para seguir siendo la fuerza política más votada. Susana Díaz tiene la palabra.

Podemos. Se levanta trosko o revolucionario, toma el aperitivo como socialdemócrata y a media tarde le entra la fiebre mitinera, siendo antisistema y anticapitalista. A ver si se aclaran y sabemos por dónde quieren ir. Construir frases a golpe de titular es mala política de futuro. Iglesias o Errejón, esa es la cuestión.

Ciudadanos. Albert Rivera busca un lugar al sol, dispuesto a todo con tal de evitar nuevas elecciones (tal cual el PSOE). Ciudadanos dispuesto a tragarse sapos (corrupción en el PP, la que está sobre la mesa y la que está por venir) con tal de asomar la cabeza, que será el pim pam pum de los adversarios políticos.

Izquierda Unida. No existe, devorada por los artilugios de Podemos. Garzón endurece su rictus, masca palabras cargadas de una izquierda trasnochada y socialmente superada. Pero es lo que hay.