aya por delante que nada, absolutamente nada, justifica que un espectador insulte, increpe ni mucho menos ponga en riesgo la integridad física de ningún jugador, árbitro, entrenador o incluso de otro espectador, por muy enconada que sea la rivalidad con el equipo y/o afición contraria o por mucho que pueda errar el colegiado.

Del mismo modo, tampoco nada justifica que un jugador o entrenador se encare con la afición rival y les insulte o provoque con gestos de mayor o menor gusto. Tolerancia cero contra la violencia.

Dicho lo anterior, el FC Barcelona acaba de anunciar que solicita al Tribunal Administrativo del Deporte que abra expediente disciplinario contra el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, y los miembros del Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol «por las manifestaciones y valoraciones inadmisibles sobre el comportamiento de los jugadores del FC Barcelona cuando fueron agredidos» en el partido contra el Valencia.

Aunque no lo dice el comunicado, se sobreentiende que la denuncia se hace porque el FC Barcelona considera que dichas manifestaciones pueden suponer una infracción a las disposiciones de la ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte (y más concretamente por ser supuestamente incitadoras a la violencia), porque lo contrario supondría querer cercenar una libertad de expresión de la que es adalid el club culé cada vez que se exhiben pancartas o banderas independentistas en su estadio.

Por situar al lector, las manifestaciones en cuestión fueron las siguientes: Comité de Competición de la RFEF: «(€) no debe pasarse por alto el reprochable comportamiento que muestran algunos jugadores del FC Barcelona al dirigirse con ciertos gestos y expresiones hacia el público durante la celebración del gol. Tampoco constituye un ejemplo de deportividad la exagerada reacción de algunos jugadores del referido club que, sin haberles llegado a alcanzar ninguna botella, simulan o fingen de forma simultánea haber sido golpeados igualmente por un objeto mucho más contundente que la botella que alcanza a uno sólo de ellos (€) El referido comportamiento poco ejemplar de algunos jugadores del FC Barcelona les descalifica y ridiculiza por sí solos (€)».

Javier Tebas: «Parecía un juego de bolos (€) Yo tengo que apelar a la educación, sobre todo esto que millones de niños en el mundo nos están viendo. Por lo menos yo a mis hijos si me ven haciendo una cosa de fingir algo, luego sentiría vergüenza cuando los vaya a ver, por lo menos yo, que todos reflexionemos que eso no es bueno».

A nuestro juicio, la denuncia es un nuevo y claro error de estrategia del FC Barcelona, como lo fue hace poco el #todossomosMessi, y da la impresión de que se interpone más de cara a la galería culé que por pleno convencimiento. En primer lugar, porque las probabilidades de éxito de la denuncia son nulas, ya que difícilmente cabe calificar las declaraciones como incitadoras a la violencia en los términos de la ley 19/2007. Más bien al contrario, las manifestaciones no hacen sino valorar y reprobar, con mayor o menor acierto y oportunidad, una conducta ya pasada y cierta de la que todos hemos sido testigos: la simulación casi cómica de varios jugadores de haber sido alcanzados por una misma botella, como si de una bomba racimo se tratara.

Y en segundo lugar, porque no estaría de más que antes de disparar fuera el FC Barcelona se mirase de vez en cuando el ombligo. Resulta poco edificante que se denuncie a terceros por realizar unas simples declaraciones y, en cambio, no se haga el más mínimo comentario de condena o reproche a los insultos y la simulación de sus propios jugadores. Y lo que sí sería deseable es que tanto Liga como RFEF luchasen de forma activa para acabar de una vez con las simulaciones en el fútbol. Basta ya de ver cómo el que finge ser objeto de penalti o se tira al suelo como si le hubieran matado cuando apenas le han rozado se va con una simple amarilla. Urge imponer castigos ejemplares para que se acabe esta barra libre del engaño.