Si continúan leyendo este periódico en su edición impresa, unas cuantas páginas más hacia adelante, antes de llegar a los deportes. Verán de nuevo mi nombre y apellidos reseñando la biografía de uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia. Europeo, estiloso, y creador de una idea del juego que hoy se aplica sobre todo en Barcelona y allá donde juegue la selección española, el Manchester City y otro número contadito de equipos, amantes del fútbol total. Johan Cruyff ganó ligas, copas nacionales, copas de Europa, recopas, intercontinentales, Balones de Oro e, incluso, fue nombrado el mejor jugador del Mundial de Alemania 74. Su espinita. No es el único deportista de alto nivel que, gozando del respeto y la admiración de todos sus compañeros y rivales, cuelgan las botas, los guantes o lo que sea, sin haber logrado el mayor de todos los títulos posibles en su disciplina, ese que a través de una foto les hace inmortales ante el gran público, como ya lo son Maradona, Pelé, Michael Jordan o, por ser algo patriotas, Rafael Nadal. Que Leo Messi es un auténtico genio en lo suyo, que es darle a la pelota, eso nadie lo discute. Como tampoco nadie puede obviar que cuando se viste de albiceleste las cosas no le van todo lo bien que le van cuando lleva una senyera en alguna parte de su camiseta. Y visto lo visto la madrugada del jueves al viernes, en la que Brasil le pegó un soberano repaso a Argentina, complicándole la vida y el camino hacia el Mundial de Rusia, la posibilidad de que Messi no sólo no gane el título mundial, si no que ni siquiera compita por él en 2018 es cada vez mayor. Como Johan Cruyff, el astro argentino ya ha llegado a una final y salió de ella sin título mundial pero con el reconocimiento individual. Fue, paradójicamente, en Brasil en 2014, y cuando ni mucho menos se lo mereció. Y ante la posibilidad de que un Leo Messi de 31 años no se clasifique o salga de Rusia sin título, los miserables atacan sin piedad: «¡Pues no será tan bueno!», «¡Al final se retira y no gana ni un Mundial ni !». Ellos, payasos de un circo que creen que gira por la cantidad de goles, de trofeos o de Ferraris acumulados, ellos, se retirarán equivocados de olvidar que los personajes y jugadores que de verdad han hecho grande este deporte son los que hacen levantarse al público de la grada o el sofá, de sonreír y resoplar con un regate, un pase o un amago increíble. Y en esa lista, junto a Cruyff, ya está Messi desde hace tiempo.