Los índices bursátiles americanos alcanzan máximos históricos. Pero los mercados no reflejan bien la inquietud mundial tras la elección de Donald Trump. Intuyen estímulos fiscales -más inversión pública y menos impuestos- que a corto serán positivos para la economía americana.

Pero las incógnitas siguen siendo fuertes. Y aunque en una entrevista al "New York Times" -que en pocas horas concertó, anuló y acabó haciendo- ha suavizado algunas afirmaciones, el diario concluye que "la entrevista muestra la volatilidad de las posiciones de Trump". Es imprevisible. Decirle a Gran Bretaña que nombre embajador en Estados Unidos al líder del UKIP (extrema derecha) lo demuestra.

Y en Europa hay miedo de que el populismo contamine el continente y llegue a amenazar la pervivencia de la UE. La primera prueba tendrá lugar el domingo 4 de diciembre: referéndum en Italia y elecciones presidenciales en Austria. Si Renzi pierde, puede abrirse en Italia una etapa de inestabilidad que acabe en nuevas elecciones y en un mayor peso de partidos antieuropeos como el Movimiento Cinco Estrellas o la Liga Norte. Y resurgir los ataques al euro.

Su presidente tiene poco poder. Pero si los austriacos prefieren a Norbert Hofer, el candidato de la extrema derecha, al ecologista Van der Bellen en la repetición de la segunda vuelta de unas presidenciales en cuya primera parte quedaron eliminados los candidatos de los partidos tradicionales será una muy mala señal. La extrema derecha habrá ganado por primera desde 1945 las presidenciales de un país europeo. El líder populista dice que Angela Merkel "es la mujer más poderosa y peligrosa de Europa por su criminal política respecto a la inmigración". Ojo pues a la batalla de Viena.

Y en marzo vienen las elecciones holandesas donde se perfila un parlamento muy fragmentado en el que el populista Geert Wilders -en el banquillo por racista- puede ser la primera fuerza.

Más tarde, en mayo, llegan las presidenciales francesas y en septiembre las legislativas alemanas. Hasta hace poco se preveían difíciles "ma non troppo". En Francia lo lógico -dado el fracaso socialista- era que en la segunda vuelta compitiera Marine Le Pen contra el candidato de la derecha. Algo similar a lo que ya pasó hace años cuando su padre, Jean Marie Le Pen, con un Frente Nacional menos implantado, fue derrotado por Jacques Chirac, candidato del centro-derecha.

Ahora debería pasar lo mismo. Pero Marine Le Pen es más profesional y juegan a su favor la crisis, el viento Trump y el desorden europeo según lo que pase en Italia, Austria y Holanda. Además, si François Fillon gana las primarias de la derecha del domingo -en la primera vuelta eliminó a Sarkozy y quedó muy por delante del centrista Alain Juppé- con un programa conservador tradicional-liberal thatcheriano puede costar que al final, en la segunda vuelta de verdad, la izquierda se movilice a favor de Fillon, el candidato derechista, y contra la populista Le Pen.

Y si el Frente Nacional gana en Francia -cosa todavía hoy poco probable- lo peor sería posible, pues aboga por sacar a Francia del euro.

Una Europa sacudida por Marine Le Pen, aunque perdiera por la mínima, podría alterar la ecuación prevista para Alemania que hoy sería, pese a la subida de los populistas de Alternativa por Alemania (13% de intención de voto), una reconducción con menos fuerza de la gran coalición CDU-SPD presidida por Angela Merkel, que para muchos encarna la defensa del orden democrático frente a la tentación populista.

Este artículo es alarmista. Parte de que las cosas vayan mal en Austria, Italia y Holanda, lo que no es inevitable. Y que la borrasca llegue a Francia y se traslade a un electorado alemán que no quiera asumir el coste económico y político de una Europa sacudida por el populismo. Sí, pero pocos preveían hace poco que Cameron se equivocaría tanto con el referéndum del "Brexit" y que Trump derrotaría a Hillary Clinton.

Atención al domingo 4 de diciembre. Es el prólogo de la batalla europea del 2017, donde el orden democrático de 1945, que llegó a España en 1977, es amenazado por un populismo nacionalista nutrido por el miedo a la globalización y a la inmigración.