Por fin llovió, aunque como dice el refrán, nunca llueve a gusto de todos. La marcha en defensa de una sanidad pública, y tendríamos que añadir digna, porque pública lo es, se vio deslucida por la lluvia. Al parecer muchos malagueños que pensaban acudir a la misma, para no mojarse, se quedaron en sus casas.

La oportunidad de la convocatoria y la pésima situación de la sanidad en nuestra provincia hubieran requerido un mayor esfuerzo de los ciudadanos, que son los que sufren las listas de espera, la falta de camas hospitalarias, la masificación por falta de hospitales y la deficiente asistencia por algo que pagamos con nuestros impuestos.

Cruzarse de brazos pensando que podría ser mucho peor no debe reconfortarnos. Sí, podría ser peor de no ser por la vocación y profesionalidad del personal a nómina del SAS. Es justo decirlo, los que se dedican a esto de la salud suelen ser gente buena y comprometida, hay vocación. Un plus añadido que no tiene coste económico y que ayuda a paliar las deficiencias del sistema. Sin duda, un motivo más para mojarse acudiendo a la marcha convocada el pasado fin de semana.

Que en Málaga nos mojemos en defensa de la sanidad 2.000 personas, en Huelva 13.000 y en Granada 45.000, no es por la lluvia, tampoco es porque aquí la asistencia sea mejor que en otras provincias andaluzas, que no lo es, es cuestión de conformismo. Quizás el hastío o creer que no serviría de nada la movilización hicieron a más de uno, y de dos, quedarse en sus casas. Es un error, es señal de que el ciudadano comienza a perder la confianza en sí mismo, es síntoma de un pueblo entregado, desmotivado, desconocedor de su capacidad para hacer que las cosas cambien. Los cambios no se producen solos, y aún menos cuando aquellos que tienen que hacerlos anteponen presupuestariamente sus políticas ideológicas a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, y la salud es vida, y la vida es, aunque llueva, suficientemente motivo para mojarse y no esperar que otros lo hagan por ti.

Como motivo fue para 5.200 voluntarios que decidieron mojarse ese mismo fin de semana, no por la sanidad, sino por solidaridad. La Gran Recogida movilizó a más voluntarios que asistentes a la marcha en defensa de la sanidad, o falta de sanidad, pública, y llover también llovía. Las inclemencias del tiempo no impidieron a miles de malagueños colaborar, saliendo de sus casas, en la recogida de 500.000 Kg de alimentos.

Sin duda somos solidarios y ahí sí nos mojamos, cada uno con nuestra aportación pequeña o grande somos conocedores de la labor social que hacemos, sabemos que nuestro esfuerzo produce los resultados queridos, y por eso nos mojamos. En definitiva los ciudadanos confían, están motivado y acuden a la llamada, pero no debemos olvidar que la solidaridad también es inconformismo, es salir a la calle en defensa de algo que es de todos, vital, y el cuidado de la salud lo es.