Malagueño: manifiesta tu interés por la cultura. Participa activamente; exprésate a favor de la recuperación como espacio museístico del Palacio de la Aduana. Málaga por su aduana». Con estos mensajes reunidos en un díptico una comisión ciudadana convocaba un 12 de diciembre de 1997 a los malagueños para que apoyaran la reconversión del majestuoso edificio neoclásico proyectado a finales del XVIII, de propiedad estatal, donde estaba la Subdelegación de Gobierno y la comisaría de policía, para que albergara las colecciones del Museo de Bellas Artes de Málaga, cerrado meses antes para convertir el Palacio de Buenavista en el Museo Picasso, y del Arqueológico Provincial, que salió de la Alcazaba en 1996. Mañana, casi veinte años después, se podrá decir que este museo se debe al amor por la cultura de un buen puñado de ciudadanos que lleva casi 20 años luchando por él. Es obra de la constancia y tesón de la sociedad civil de Málaga, siempre adormecida y aletargada salvo en casos puntuales como éste o como cuando a principios de la década de los setenta se pisó el asfalto en firme para reclamar que Málaga tuviera una universidad.

Será un martes y trece cuando la dama de la Aduana, una escultura romana del siglo II que se halló durante la construcción del edificio, dará la bienvenida al nuevo museo a los ciudadanos de Málaga que quieran presenciar la colección del Bellas Artes, de las mejores de pintura española del siglo XIX, y unas 2.000 piezas arqueológicas, desde la Prehistoria hasta el siglo XIV. Un día antes, el lunes, será la inauguración oficial.

El camino para llegar hasta aquí ha sido tan largo que parece hasta extraño celebrar que las distintas administraciones gobernadas por el PP y por el PSOE hayan tardado casi veinte años en terminar un proyecto que permitirá a Málaga recuperar sus dos museos unidos bajo un mismo techo. Durante casi 20 años, el Gobierno (responsable de los fondos) y la Junta de Andalucía (encargada de su gestión) se han estado contradiciendo y retando, incluso cuando han sido del mismo signo político, con distintas posturas sobre dónde ubicar el museo. El Convento de la Trinidad, el Palacio de San Agustín o hasta la antigua Fábrica de Tabaco han sido objeto de debates como el contenedor ideal para ubicar las colecciones del Bellas Artes y del Arqueológico, dejando desde el principio de lado la reivindicación ciudadana que tenía claro que el mejor espacio posible era el Palacio de la Aduana. Mari Luz Reguero, José María Ruiz Povedano, Ramón Carlos Morales, Felipe Pajares, Luciano González Osorio, Manuel Alcántara, Rafael Puertas, Francisco Jurado, Rafael Alvarado, Salvador Moreno Peralta, Enrique Salvo Tierra, Eugenio Chicano... son sólo algunos de esos miembros de la sociedad civil que durante años se reunieron en el palomar de El Pimpi para mantener encendida la llama de la «Aduana para Málaga» que los políticos no paraban de apagar.

Ahora son muchos los padres y madres que tratan de reivindicar la paternidad de este museo en la Aduana, pero las hemerotecas no perdonan. Son así de juguetonas y dejan a los gobiernos de Aznar retratados en su negativa de desalojar a la Policía Nacional y al subdelegado del Gobierno del edificio civil más importante de la capital.

Curiosamente, el ahora presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió el 9 de abril de 1999 en su recién estrenado despacho del Ministerio de Educación y Cultura a la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Carmen Calvo, que traía en el maletín un nuevo intento para que Rajoy rectificara su rechazo a ceder la Aduana para el museo como ya meses atrás había negado cuando ocupaba la cartera de Administraciones Públicas. Desde Madrid el PP no cedía un milímetro en su trasnochada idea de mantener a las fuerzas del orden público «okupando» el edificio e incluso tuvieron que llamar al orden a la entonces alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, que mostraba cierta simpatía por ubicar el museo en la Aduana. A la regidora no le quedó más remedio que sumarse en aquella época a las tesis oficiales que salían desde el despacho de Aznar y Rajoy y sólo el entonces presiente del PP y ahora senador, Joaquín Ramírez, y Diego Maldonado tuvieron el valor de manifestarse públicamente a favor de la petición de la comisión ciudadana. Años después, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, se unió a esta tesis y participó en una manifestación bajo el lema «La Aduana para Málaga», pero desde el primer minuto defendió que el Arqueológico fuera a parar al Convento de la Trinidad. Mañana lo podrá ver en La Aduana.

La hemeroteca deja en evidencia a muchos cargos del PP pues es conocido y público que un sábado 26 de febrero de 2000, vísperas de las elecciones generales, en el edificio de Estudios Portuarios, Villalobos presentó junto al entonces secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, un proyecto para ubicar el Bellas Artes en el convento de la Trinidad. Incluso explicaron que la rehabilitación costaría 1.500 millones de pesetas, que el Ayuntamiento sacaría a concurso las obras y que se iniciarían en septiembre. Cortés confirmó que el Ministerio de Cultura no se planteaba ubicar el museo en el Palacio de Cortina del Muelle «para no privar a los malagueños por más tiempo de su museo» y aventuró que en un futuro la Aduana podría ser sede del Museo Arqueológico. Curioso. Todo lo contrario que llevaba entonces el PP en su programa, que hoy sigue defendiendo De la Torre y que confirma lo claro que lo tenía el PP sobre este proyecto.

Es conocido por todos que la Aduana albergará el Bellas Artes y el Arqueológico gracias a la insistencia de una plataforma ciudadana integrada por más de 50 colectivos y por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Algo bueno hizo este hombre. Hasta 2005 la Junta y el Gobierno no firmaron un acuerdo que permitió fijar como sede definitiva el Palacio de la Aduana, ese majestuoso edificio neoclásico proyectado a finales del XVIII que el lunes abrirá sus puertas tras siete años de obras. Una inversión de unos 40 millones de euros, con más de 18.402 metros cuadrados construidos, de los que 4.456 metros se destinan a mostrar las colecciones de los antiguos museos de Bellas Artes y del Arqueológico Provincial.

Aunque en otras ciudades les suene raro que aquí en Málaga celebremos una reivindicación que ha costado casi veinte años, es para celebrarlo. Olvidan que llevamos más de 500 años para dar una solución al cauce del río Guadalmedina, 21 años para recuperar el campamento Benítez o que en 2006 el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, calificara de histórico el inicio de las obras del metro. En Málaga somos así de raritos. Ya sabes.