A nuestros gobernantes se les llena la boca hablando de la urgencia de reformar el capitalismo y poner fin a los paraísos fiscales, pero a las palabras no parecen seguir nunca los hechos.

¿Por qué, se preguntarán muchos, no se pone fin en esa Europa que llamamos «común» a la existencia de esos paraísos, que tanto daño hacen al Estado de bienestar que con tanto esfuerzo hemos construido entre todos?

Pregúnteselos a políticos como el ministro holandés de Finanzas y actual presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloom, socialdemócrata para más inri.

Dijseelbloom, inflexible al reclamar mayor austeridad a españoles, griegos o portugueses, es uno de los responsables de que las cosas vayan a seguir como hasta ahora.

La pasada semana se quitó el sombrero comunitario y se puso el nacionalista para defender frente a alemanes y franceses el aplazamiento hasta 2024 de la entrada en vigor de una nueva directriz comunitaria destinada a dificultar la elusión fiscal

Y el dirigente holandés no se quedó solo, sino que le secundaron en su empeño otros países como Malta y Luxemburgo cuya legislación fiscal es favorable a ese tipo de prácticas.

Prácticas a las que recurren no sólo las grandes empresas, sino también famosos futbolistas, para crear sociedades pantalla en países de baja fiscalidad, entre los que está también Irlanda, cuyo único fin es ahorrarles el pago de impuestos: lo que se conoce eufemísticamente como «optimización fiscal».

Tampoco parece haber avanzado mucho el grupo de trabajo del Consejo Europeo que trata supuestamente de evitar la competencia fiscal desleal entre países.

Como señala el eurodiputado del partido alemán Die Linke (La Izquierda), los ciudadanos europeos tienen que saber «dónde pagan las grandes empresas sus impuestos y cuánto pagan».

Sin embargo, el titular alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, tan implacable siempre con los países del Sur, no parece apreciar la iniciativa sobre transparencia impulsada por la Comisión y una mayoría del Parlamento de Estrasburgo, pues la califica de «ilusoria e irresponsable».

De otra opinión es, según el semanario Der Spiegel, el ministro de Finanzas del «land» alemán de Renania del Norte-Westfalia, el socialdemócrata Norbert Walter-Borjans, sobre todo desde que la prensa reveló los trucos fiscales de los futbolistas.

«También los millonarios del fútbol deben saber que sus sueldos fabulosos no caen del cielo», afirma el ministro.

Y añade: «Los pagan los aficionados con las entradas que compran, las televisiones de pago y la publicidad. Juegan además aquéllos en estadios financiados por los contribuyentes, a los que se llega por calles públicas y que protege la policía».

Ese dirigente socialdemócrata ha declarado la guerra a los multimillonarios evasores fiscales de su país y ha llegado a comprar en Suiza, para escándalo de algunos, listas que incluyen sus nombres.