No es fácil hacer autocrítica. Pero a veces es más difícil justificar, con absurdas explicaciones, lo injustificable. A pesar de ello el Ejecutivo andaluz lo ha intentado, pero sus explicaciones han sido tan bochornosas como el resultado del informe PISA en nuestra comunidad. Aquella Andalucía imparable nacida del marketing que pretendía engañarnos haciéndonos creer en el progreso de nuestra tierra, se ha derrumbado.

Somos imparables en paro, ya lo éramos, hemos caminado imparablemente hacia una sanidad insana, y por aquello de seguir sin parar, hemos logrado el mérito de estar a la cola de Europa en nivel educativo. Si en 2007, en plena crisis, para Zapatero estábamos en la Champions League de la economía, ahora en Andalucía jugamos en la misma liga de Zapatero, pero esta vez en la educación.

Indiscutiblemente el nivel en nuestra comunidad es bajo, pero podía ser aún peor si en vez de analizar el conocimiento de chicos de 15 años hubieran sometido a examen a algunos responsables del partido que lleva en el gobierno más de 30 años en nuestra comunidad, quienes lejos de hacer autocrítica han culpado a Franco de sus propios fracasos. Lamentable, Franco, aunque recurrentemente es resucitado según interese, hace más de 40 años que murió y desde hace 30 años las competencias en educación las tiene la Junta de Andalucía. Por eso somos los peores en Matemáticas, alguno no sabe restar, los alumnos evaluados en el informe PISA tienen 15 años, nacieron unos cuantos años después de muerto Franco.

Por justificar la desastrosa evaluación educativa andaluza, el director del Área de Relaciones Institucionales y Ciudadanas de la Presidencia de la Junta de Andalucía afirma sin pudor que aún sufrimos el analfabetismo de los tiempos del Caudillo. Se recurre al bajo índice de alfabetización de los bisabuelos de los niños examinados ahora para explicar el fiasco. Leyendo tal argumento podríamos pensar que fuera su caso, pero de ser así habría que recordarle que el analfabetismo no se hereda, se combate apostando por la educación pública, por sus docentes, con políticas educativas efectivas y reales y, en este caso, nos hemos quedado tan cortos como el razonamiento del susodicho.

El bochorno no queda aquí. La Consejera de Educación culpa al bajo nivel socioeconómico de algunos centros reflejados en el informe. Otro ejercicio de autocrítica. Es el colofón, después de más de 30 años de gobierno socialista presumimos de desigualdad dentro de nuestra comunidad. Aquí vale todo, hasta salir del paso a cualquier precio. Flaco favor reconocer que después de tanto predicar que nuestro sistema educativo, el andaluz, se basa en la igualdad de oportunidades, objetivo de la educación pública, ahora resulta que no, que también se ha fracasado en las políticas de igualdad. Que dependiendo la zona de escolarización, de su pobreza o riqueza, las oportunidades no son las mismas, cuando a estas alturas deberían serlo, o lo son, y lo que se trata es de ocultar que Andalucía lejos de ser imparable, está parada.