Como estará el mundo que ahora salta una acusación de plagio en las aulas y el sospechoso no es ningún alumno vago sino el rector. El rector de una universidad de Madrid, para que no queden dudas acerca de hasta dónde llega la miseria. El asunto pinta muy mal porque el acusado de plagio, antes de meterse en el mutismo más que aconsejable en estos asuntos, declaró que él es humano y ya se sabe que los humanos erramos en los caminos tanto académicos como civiles.

Cuando oí tales argumentos se me ocurrió imaginar cuáles serán los yerros humanos dentro de la profesión de la docencia y me entró el pánico. Ya se sabía de antemano que la universidad española anda atrapada en los vicios de siempre, en la mediocridad como norma, en el nepotismo como bandera, en el acoso a cualquiera que piense de otra manera o muestre una brizna de talento, pero lo del plagio viene de nuevas. Se creía que era patrimonio de los alumnos a los que encargas un trabajo y lo sacan de Wikipedia que, por cierto, es la peor fuente de conocimientos que quepa imaginar. Pero que sean ahora los profesores los sospechosos de plagio y aleguen en su defensa que, además de doctores, son seres humanos, hace que salten todas las alarmas. Ni que decir tiene hasta dónde llega el pánico si quien resulta sospechoso de haber copiado es el rector.

Es de esperar que, estando en España, las aguas vuelvan muy pronto a su cauce, es decir, a la nada. Un rector alemán acusado de plagio habría dimitido de inmediato y, de resistirse a hacerlo, el ministro competente le habría cesado en cuestión de días. Pero aquí, en este país, con una obviedad del calibre de que todos somos seres humanos se resuelve la papeleta. Todo lo más, el episodio derivará hacia una vía secundaria en la que puede que sirva para que los cínicos exijan el poner de rector en adelante no a un humano sino a un chimpancé.

Los chimpancés copian mucho; el copiar es, de hecho, su forma habitual de progreso, pero no se consideraba hasta ahora que semejantes habilidades les calificasen para seguir una carrera de gestión universitaria. Va a ser que sí, que copiando, copiando, te haces con un cargo y cualquiera se atreve luego a echarte a la calle. Desde la Comunidad Autónoma de Madrid no quieren poner manos en el asunto invocando la autonomía universitaria, que jamás sirvió para nada pero ahora se ve que sí, que sirve para que los acusados de plagio decidan ellos mismos si la causa se sostiene o no. En cuanto nos lo digan será cosa de apuntar bien apuntada la cadena de razonamientos y el soporte del articulado legal que la sustenta para que podamos copiarlo, llegado el caso. De lo contrario puede que llegue un chimpancé y nos gane por la mano, perverso como es él, privándonos de la autonomía, de la venia docendi e incluso de los ropajes académicos que tanto lucen en las ceremonias presididas por el magnífico señor rector.