'El nuevo dios político', por Antonio Bertrán Buendía

La historia se repite al detalle. Ante las elecciones de 1982, F. González se excusaba por su protagonismo, «exigido por sus compañeros». Pero lo primero que hizo al ganar fue deshacerse de todos ellos; sólo tardó más con el «hueso duro» Guerra, que «hará lo que yo diga». Así se convirtió, y así le llamaban sus lacayos, en el «dios» del PSOE, que tuvo el valor de decir que sacrificaba su libertad por nosotros -como otro Sagrado Corazón- y que amenazó con irse si no aprobábamos su nueva posición contra el marxismo. Incluso hoy, aburrido de ganar dinero y de la política diaria, sigue mandando, metiendo con brutal calzador a la andaluza Susana Díaz. Pablo Iglesias II, que ya comenzó por quejarse de que perdía su libertad por nosotros y que se retiraría pronto de la política, por adquirir más poder se ha declarado tanto de extrema izquierda como después socialdemócrata y ahora quiere prohibir toda tendencia, echando del partido a quien no piense como él… en sus violento vaivén de turno. ¿Cómo no recordar al profesor de marxismo que después amenazó con dejar el mando si el PSOE no dejaba el marxismo y defensor del «la OTAN, de entrada, no», volvió a chantajear con irse si no ganaba el referéndum por la adhesión? Imitador al detalle de F. González, ahora Iglesias amenaza con irse si todos no piensan como él en Vista Alegre II. Paso a paso, pues, lleva a Podemos a la ruina, como F. González al PSOE. «Donde todos piensan lo mismo, nadie piensa demasiado».

'Desesperado ante Trump', por Pablo Osés Azcona

Trump no es el único daño que nos acecha hoy aunque sí el más global e intenso por su repercusión en el clima. Nuestro futuro ya era dantesco por el CO2, por el Isis, las estrategias suicidas de las grandes potencias, los enfrentamientos de sunis y chiis, el petróleo, etc... Lo sufrimos en las guerras de Siria, Yemen, Mali, etc., en las mareas de refugiados e inmigrantes. Todo horroroso. Todo difícil de resolver. Y encima viene Trump con sus disparates letales. Y nos pilla dormidos. Aprisionados en el Titanic de nuestras rutinas y nuestras inercias. Pronostico llorando que nos hundiremos con nuestro Titanic. Tan absortos estamos los gobiernos y la gente que ante este peligro nuevo, inimaginable, nos alertamos casi nada. Ni mucho menos aún nos movilizamos lo suficiente. Quiero gritar, ya desesperado, que aún podríamos solucionar todo pero sólo si nos movilizamos todos ya, empezando por quitar a Trump. Ojalá que este cúmulo de horrores de Trump nos abra los ojos y nos active.