Justo un poco antes de que ayer la Princesa Leia se le apareciera a Luke Skywalker en modo de holograma, guardado en R2D2, y pidiera ayuda a su hermano (ignorante de serlo) frente al Imperio, su envoltura carnal había muerto debido al infarto de hace días. De este modo el holograma en cuestión podría ser, a la vez, el fantasma de la Princesa, tal vez en su primera aparición en pantalla después de muerta. Así son las cosas en la vida real, que cada día que pasa está más cerca de la vida irreal, y al revés. Puede que la fusión final entre lo real y lo irreal sea el fin de los tiempos, o al menos de unos, y no estemos lejos de ello, aunque esto apeste a Apocalipsis. La Princesa Leia era inteligente, altiva y sensible, pero, por encima de todo, era una verdadera princesa, con ese carisma de autoridad llegado del fondo de los siglos a través de la sangre. Ya quisieran muchas de las reales.